POR ADELA TARIFA, CRONISTA OFICIAL DE CARBONEROS (JAÉN)
Dicen los periódicos que el pasado año fue terrible en violencia contra la mujer. Que cada trimestre subía la estadística de denuncias, condenas, y de victimas. Porque, aunque cueste creerlo, casi sesenta mujeres murieron a palos, pedradas, navajazos o tiros, a manos de los que afirmaban amarlas; tanto, que las mataban. Lo peor es que, por lo general, sólo nos enteramos de estas salvajadas cuando la víctima no pueda ya contarnos su calvario. Cuando está bajo tierra. Y lo terrible es que en el maltrato hacia la mujer cada vez tienen mayor protagonismo los jóvenes. Jóvenes que no han conocido la dictadura; que se han educado en escuelas públicas, con idearios de igualdad entre hombres y mujeres. La pregunta del millón es por qué pasa esto en un país civilizado; y cómo acabar con este drama de una puñetera vez.
Yo recuerdo que cuando los etarras asesinaban a quien no le gustaba, el clamor popular contra aquella gentuza era evidente. Se invertían millones para que los cuerpos de inteligencia y seguridad del Estado acabaran con aquel goteo de sangre inocente. Pocas voces, salvo los independentistas más rancios, protestaban por esta inversión de fondos públicos para cercenar la cabeza del dragón. En el caso de asesinatos de mujeres por sus compañeros sentimentales la cosa cambia. Hay quien los denuncia sin paliativos; Hay quien se calla, pensando que lo que pasa dentro de cada casa es asunto privado, y los que en el subconsciente tienen metido lo de “algo habrán hecho”. Incluso hay algunos que se oponen a que haya una mayor protección hacia la mujer en este tipo de violencia. Divide y vencerás, dice el refrán. Y así andamos, que por muchos deseos de paz que hayamos mandado en navidad, en el fondo sabemos que cuando pase un año la estadística dirá que a decenas de mujeres las mató el novio, o ex novio. Y las remató el silencio y la indiferencia colectiva.
Una servidora estaba en el pasado mes de Diciembre bastante triste viendo lo que día sí y día no pasaba en España en este asunto. Por ejemplo, entre el 9 y el 23 de diciembre, cuando pude leer periódicos, me enteré de cuatro asesinatos de mujeres por violencia machista en unos días: el día 9 fue una apuñalada en Fuerteventura. El 15 asesinaron a otra en Alcobendas, con el agravante de que el asesino había sido denunciado años antes por la victima, y salió absuelto; El día 16 otra mujer amaneció asesinada a navajazos en Zaragoza, y la víspera de Nochebuena un bestia mató a su pareja en Villena, a pedradas. Tenía 36 años y dos hijos. Luego llego la fiesta, las luces, Nochevieja, los Reyes, Ano Nuevo… y siguieron las matándolas: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Hasta la próxima. Pero una cree que esto no puede seguir así indefinidamente.
Sin duda en tiempos antiguos también se asesinaban mujeres porque al marido le daba la gana. Acaso menos que ahora. Nunca lo sabremos. ¡Es que no abrían el pico las pobres! Basta con leer “La perfecta casada” de Fray Luis de León para entender lo que se pensaba en siglos remotos de la mujer: que era sólo “eso”, una cosa de poco valor. Y que consté que al santo agustino se le han cargado todos los mochuelos porque se atrevió a escribir que “Mujer de valor ¿Quién la hallará?” Fray Luis en el fondo no era ni más ni menos machista que los demás escritores de su tiempo. Sólo que él dejó escrito lo que pensaba. Es que era muy lanzado para sus cosas. Por eso pasó un par de veces por la cárcel, y la Inquisición se la tenía jurada. Sin embargo le sorprendió la muerte escribiendo una biografía de Santa Teresa, a la que admiraba. Otros eran mucho más machistas que él, entonces y hoy. Porque hay que ser una bestia para matar a tu chica porque no la puedes manipular como si fuera un títere. Y hay que ser ciego, mudo y sordo, o malo, para no tener empatía con las víctimas de la peor de las violencias. La que te causa el hombre que elegiste para ser feliz y acabó siendo tu verdugo. Mi papelera y yo lloramos por tanta sangre de mujer derramada en nombre de eso que algunos llaman amor…
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