EL CHAVICO

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

monedas

El “chavico” es un nombre antiguo, proveniente de las Alpujarras de Granada, de la sierra de María (Almería) y de la huerta murciana. Se  nombraba así, en sentido peyorativo al “ochavo”, una moneda de diez céntimos de las antiguas pesetas.

A estos territorios se les decía: “la tierra del chavico”, tópico de estas latitudes con un significado ambiguo y, a veces, despreciativo. A estos pobladores se les decía que eran muy ahorradores, ya que administraban muy bien su economía, aunque se les dio fama de que no eran ahorradores sino muy agarraos.

Pues bien, a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, llegado el verano, los labradores de nuestro pueblo, economizaban en todo cuanto podían. Las vestimentas eran más livianas; daba menos pereza realizar las faenas de la huerta y el campo, así como las de la casa; se disfrutaba de buenas siestas ya que, a pesar de los fuertes calores, eran fresquitas, teniendo en cuenta que las viviendas eran construidas con recias paredes capaces de proporcionar fresco en verano y templanza en invierno y, cuantos carecían de vivienda urbana, tenían su cueva bien acondicionada; aunque de higiene precaria, que proporcionada un agradable estar.

Los mozos, digo bien, porque las mujeres lo tenían prohibido, por imperativo legal de los tiempos, se bañaban en la acequia mayor y en el azud del río Segura, a su paso por el pueblo. Para ponerse el bañador, o los calzoncillos, o unos pantalones viejos, aprovechaban la espesura de los cañaverales, junqueras y matas de baladre; que nacían y crecían de forma silvestre en la orilla del río, a su paso por nuestro pueblo.

Los veranos eran famosos por sus fiestas patronales y, sobre todo, porque se disfrutaba comiendo gran cantidad de frutas frescas y hortalizas y, los días de mercado, con puestos fijos- un día semanal- los mercaderes traían frutas y verduras en cantidad y calidad, siendo corriente qué, los distintos empleados del ayuntamiento y rematantes de los arbitrios, con permiso de la autoridad correspondiente, pregonaran las excelencias de sus frutas y verduras.

Estos pregoneros eran famosos en la comarca ya que, utilizando unos panfletos en forma de romanceros, traídos de Murcia por la dinastía de los Condes de Villar de Felices y escritos por el erudito y político murciano Martínez Tornel, entonaban unos estribillos por los puntos estratégicos de las calles que hacían las delicias de los habitantes del pueblo.

El primero que comenzó a ejercer de “vocero” fue Teófilo Martínez “el Teo” con la aquiescencia de los alcaldes Felipe Carrillo, Francisco Tomás, Joaquín Sánchez Valiente, Damián Abellán Miñano, Antonio Tomás Sandoval, Antonio Valiente Melgarejo, Emilio Carrillo Valiente y Francisco Tomás Ayala.

A continuación, siguió en el puesto Francisco López López “Paco el de tres pelos” con el consiguiente visto bueno de las distintas corporaciones municipales, desde el año 1917 hasta 1932 y, finalmente Casimiro Torrano López “El Torrano” que siguió con los pregones hasta el año 1945, interrumpido durante algún tiempo de la contienda civil española.

El estribillo que más célebre se hizo, fue el siguiente:

En el mercadillo de Ulea
Por un chavico
Te llenan de bajocas
El canastico

No siempre pregonaban bajocas ya que, ensalzaban la bonanza de los productos de cada época del año, tales como: berenjenas, pimientos, tomates, peras, melocotones, albaricoques y un largo etcétera.

Para darles más gracejo a sus pregones, muchas veces decían “chaviquio” en vez de chavico. Las mujeres sonreían, los hombres también y los niños seguían a los pregoneros en todo su recorrido; “pasándoselo en grande”. Para los pequeños era una fiesta y, como los pregoneros eran conscientes, disfrutaban viendo sonreír a la caterva de niños que le seguían.

La palabra “chavico” ha ido cayendo en desuso aunque las personas mayores que viven en la huerta, aún la utilizan.

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