NOCHEVIEJA, CENA Y COTILLÓN

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Bueno, bueno, bueno… Se acaba el maldito bisiesto 2016 y todos deseamos que el año venidero sea con «uve mayúscula»; es decir, Venturoso y con Victoria… del Sporting, por supuesto. Las del Colunga y del Oviedo se dan por cumplidas.

Las cenas nocheviejeras, es sabido, son para disfrutar FUERA de casa, a diferencia de las de Nochebuena que son para vivir EN casa.

Y, claro, los restaurantes y hoteles se afanan y azacanean para ofrecer menús, bailes, folixa y hasta habitación… «para lo que surja».

Los anuncios detallan la carta de menú; lo demás lo engloban bajo la extraña palabra de COTILLÓN.

¿Qué demonios es eso del cotillón?

Se lo cuento.

Allá por los finales del siglo XVII y comienzos del XVIII se pusieron de moda en la corte y nobleza francesas dos bailes, el COTILLÓN y el RIGODÓN, muy parecidos, pensados para bailar en «parejas de a cuatro», mediante movimientos muy acompasados, suaves, casi de ballet, con el fin de excitar el galanteo, el coqueteo y el intercambio de pareja.

¡Vaya!

Un ligue a lo fino con final… «de lo que surja».

Este baile cortesano se transformó en más populista y lo que era galanteo es ahora «juerga generalizada» con baile, música, serpentinas, confetti, disfraces, matasuegras…, remate de sopas de ajo y, una vez más,… «lo que surja».

Así lo narraba el gijonés Luis Fernández Valdés, «Ludi», en «Un kilo de versos» (Gijón, 1915):

«Don Blas Peladíllez , / fiscal de la Audiencia,
fue una noche de ocultis a un baile // de mucha etiqueta;
de blanca corbata, / lujosa chistera,
y negro y flamante chaquet entallado / con vistas de seda.
Iba más alegre / que unas castañuelas,
dispuesto a gastarse con la primer ninfa / la mar de pesetas.

Bailó como un loco / dio mil y mil vueltas,
recordando sus tiempos de mozo, / con una morena
de espléndidos ojos / y hermosa presencia
que ocultaba su rostro divino / tras negra careta.

Hízola el muy tuno / de amor mil promesas,
besola en el cuello, / ¡sin saber quién era! ,
bebieron champagne / y etcétera, etcétera.

A la madrugada / la feliz pareja
inició su regreso amoroso / por calles desiertas.
Juntos se pararon / en la misma acera,
y en la misma casa / y en la misma puerta,
y subieron (don Blas ya escamado) / la misma escalera.

Allí, la muchacha / quitó la careta,
y al mirarla el fiscal con un mixto / fue tal su sorpresa
que creyó en aquel trance apurado / perder la cabeza.

¡¡Había estado de juerga en el baile / con su cocinera!!

Nochevieja, Cena, Cotillón y Felicidad para todos.

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