EL AÑO TERMINA

POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Señalización peatonal Puente de Brooklyn. / Foto A.L.Galiano

Señalización peatonal Puente de Brooklyn. / Foto A.L.Galiano

Eso es lo que pensamos todos los años cuando estamos casi rozando la finalización del mismo, después de soportar los avatares que nos han deparado tanta gente involucrada en organizarnos la vida que, con la excusa de mejorarla lo único que consiguen es fastidiarla más. Así que, con vistas al nuevo año subirá el precio de todo, aunque el político de turno haya jurado y perjurado que sólo afectaría la elevación de los impuestos en pocas cosas. Por lo que a mí me toca, que suba el tabaco, no me importa, ya que no fumo. Que suban las bebidas alcohólicas, me trae sin cuidado, ya que para una cerveza que me bebo, de tarde en tarde, no creo que me afecte mucho. Sin embargo, lo que sí me preocupa y demasiado, es que con la excusa de que van a subir algunos impuestos, suban los de otros productos que no están afectados por los mismos. Sin ir más lejos, hace unos días escuchaba en una cafetería al propietario que al año próximo subiría el precio del café porque tenía que pagar más impuestos, a lo que un parroquiano le replicó: “desde cuando fabrican el café con tabaco o con alcohol, y además no han dicho nada de los combustibles”.

Pues bien, como otras veces que nos pillen “confesaos”, ya que se atisba que a “río revuelto, ganancia de pescadores”.

Todo ello, parece más bien una inocentada como aquellas que de niños hacíamos a los amigos colgándole un monigote de papel a la espalda. Pero, inocentadas nos las encontramos hoy, y de muy mal gusto, faltas de gracia y de originalidad a través de los nuevos sistemas de comunicación. Antes llegaban a través de la radio y la televisión, al igual que en los periódicos, en los que de una manera subliminar se escondía una crítica a alguna gestión que, al final no llegábamos a saber de qué se trataba, quedando sola la interpretación de la broma entre el emisor y el receptor. Un ejemplo de ello, lo localizamos el de 28 de diciembre de 1916 en el periódico “Ciudadanía”, que estaba dirigido por el concejal Manuel Carrió y que se anunciaba como “Órgano de la Juventud Maurista Local”, en el que se insertaba la siguiente noticia: “Se ha elegido entre los 35 proyectos presentados para la construcción de nuestra Plaza de Abastos, el señalado con el número 13, del que es autor el laureado arquitecto de Molins Minuchenaka, que en Hong Kong construyó hace tres siglos la torre de Babel. Decimos estos detalles, para que nuestros lectores se formen idea de la gran plaza que tendremos en la calle del Molino donde ya han empezado las obras”.

Supongo que esta inocentada en el trasfondo iba dirigida al alcalde de turno Francisco Román Miralles que, accidentalmente, había sustituido en junio de 1916 al farmacéutico y liberal “trinista” José María Franco Rebagliato. Sin embargo, no eran engaños, aunque lo parecieran, algunos anuncios que se insertaban en el citado periódico en esas fechas. Entre ellos, había ofertas de trabajo en la Peluquería Pedrosa para un oficial y un aprendiz, así como otras de trabajo a domicilio, con la posibilidad de ganar siete duros semanales, o sea 35 pesetas que hoy serían aproximadamente 25 céntimos de euro. Pero, lo que aproximaba otro anuncio a la inocentada, eran algunas de las condiciones que en él se establecían como, “elaborando (desde cualquier localidad) sorprendente artículo nunca visto”. Por lo que si nunca había sido “visto”, cuál sería el citado artículo. El asunto se complicaba más al especificar que dicho trabajo era a domicilio y que suponía una “ocupación honrosa para ambos sexos”. Sin cometarios.

Por el contrario a veces, presentaban más seriedad y no se trataban de ninguna broma. Así, el doctor Joaquín Santonja que tenía su clínica médico-quirúrgica establecida en Barrio Nuevo, 3, facilitaba la consulta gratuita los lunes y sábados de dos a cuatro de la tarde.

El día en que se conmemoraba la festividad de los Santos Inocentes, había pasado y la preparación del final del año y la llegada del nuevo, acercaba a los domicilios a grupos de amigos para festejarlo. En esta ocasión, ya consolidadas la uvas con las doce campanadas, en el domicilio de Manuel Lucas y organizado por su hijo Manolo, fue el pretexto para “reunir a los invitados que mejor que saborear el zumo del fruto del ritual, anhelaban gustar la placidez del encanto de intimidad que en el ambiente apacible de la casa de los señores de Lucas ponen las gracias de sus angelicales hijas Anita y Carmen”, acompañadas por sus primas Marita y Anita, así comoy por otras amigas como las señoritas de Meca, Lacárcel, Girona, Gil de Vergara, Riquelme, y Conchita y Rafaela Martínez.

Una vez consumidas las uvas de la felicidad, los invitados fueron obsequiados con un lunch, prolongándose la velada hasta las primeras horas de la madrugada.

Esto ocurría el 31 de diciembre de hace cien años. Ahora, después un siglo, tras haber sufrido más de una inocentada desagradable que anuncia que se nos va a complicar la existencia, solo nos resta tomar las uvas cuando el reloj marque el final de 2016, procurando hacerlo con estilo sin atragantarnos, y esperar que para el año próximo no haya más subida de impuestos, o por lo menos que no suban aquellos productos no afectados por dicha subida. Así, pues que me dejen el café a su precio, pues lo del tabaco y el alcohol me da lo mismo, ya que no soy usuario, y que si realmente dicha subida sirve de algo, bienvenida sea en bien de todos.

Fuente: Diario LA VERDAD. Orihuela, 30 de diciembre de 2016

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