EXTRANJEROS

POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES

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La revolución francesa, que se inicia en 1789 con la toma de la temida Bastilla parisina, habría de tener múltiples consecuencias, no solo en territorio francés. El temor al contagio revolucionario en otras monarquías, había tenido su punto álgido cuando el propio rey francés es decapitado en la guillotina el 21 de enero de 1793. Este hecho pone en aviso a otros monarcas europeos, como Carlos IV, en ese momento rey de España.

Todo lo venido de Francia es malo. Para ello se establecen medidas de control de los extranjeros que viven en España, especialmente los de origen francés. Los diferentes registros de los inmigrantes que viven en Cáceres son una herramienta documental importante a la hora de saber quiénes eran esos extranjeros y que labor llevaban a cabo como vecinos de una pequeña villa situada en la periferia del poder.

En 1793, los extranjeros con mayor representación en Cáceres son portugueses. Su presencia es común desde siglos atrás, su ocupación es principalmente la construcción, son tenidos por excelentes alarifes. Otros portugueses son sirvientes o peluqueros como José Figueiredo o sombrereros como Francisco Marques. En total 29 vecinos llegados de la otra parte de la raya.

En cuanto a los franceses, a los que se pretende controlar, aparecen 15 vecinos de esa nacionalidad. Sus ocupaciones son peluqueros como Jean Maria de Mais o Michel de Fia, cocineros como Gregorio Olivier, sombrereros como François Beltran o una extensa rama de caldereros entre lo que figuran Beltran Deos o Pierre Belaune. Todos vecinos de la villa desde hacía décadas. Otro colectivo extranjero con cierta presencia son los italianos, con 10 vecinos. Sus profesiones son variopintas, desde Giuseppe Porci un genovés llegado a Cáceres como cocinero del colegio San Pedro, que terminó fundando una casa de comidas en la calle Andrada donde décadas después se instalaría la posada de la Machacona, hasta Jaime Carridini maestro de niños o el carpintero Vicente Totti.

De todos los inmigrantes que viven en Cáceres el más exótico por su origen será el peluquero sueco Luis de Chaye, único de esa nacionalidad. De todos ellos conocemos sus ciudades de origen y el motivo de su vecindad en Cáceres, un hecho que nos invita a percibir cómo se ha ido articulando, socialmente, la ciudad.

Según los informes emitidos por el concejo local, todos los extranjeros son gente trabajadora, integrada en la villa y nada peligrosa de cara a contaminaciones revolucionarias. Otra cuestión será saber cuáles fueron los caminos que trasladaron, al Cáceres del siglo XVIII, a gentes de lugares lejanos, desde Lisboa a Estocolmo.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/

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