DOLENCIAS, PADECIMIENTOS, ACHAQUES Y CURACIONES (5)

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

dentista

La torrevejense Conchita Martínez, curada del ‘baile de San Vito’ gracias a la Emulsión Scortt. / Colección de Francisco Sala Aniorte

La torrevejense Conchita Martínez, curada del ‘baile de San Vito’ gracias a la Emulsión Scortt. / Colección de Francisco Sala Aniorte

El año 1890 fue distinto, en sus comienzos la “grippe” atacó a gran parte de la población. El “trancazo” se presentó con caracteres verdaderamente epidemiológicos. En casa del notario Juan Puigcerver fueron atacados de esa dolencia toda la familia; en casa de Antonio Mínguez Sánchez, alias ‘El Turbio’, propietario del muelle del mismo nombre, también se hospedó dicho mal, y también fueron invadidos por el virus dos hijos del secretario de Sanidad, Ramón Lanzarote. También la señorita Josefa Gutiérrez también padeció de las molestias del “trancazo”, así como Vicente Castell, José Castell y Rafael Sala Saura. La “grippe” no hizo distinción entre las clases sociales. La enfermedad continuó propagándose con una rapidez espantosa, habiendo sufrido, a finales del mes de enero, tan molesta dolencia, más de doscientas personas.

En junio de 1890, quebrantada la salud de propietario de la plaza de médico de la Dirección de Sanidad del Puerto de Torrevieja, Juan Rebagliato, fue nombrado médico suplente José Bañón Braceli, con un sueldo de 1.250 pesetas anuales. Juan Rebagliato moría pocos meses después, en marzo del año siguiente.

Y en julio, la autoridad provincial volvió a conceder autorización al Ayuntamiento de Torrevieja para celebrar festejos durante la primera quincena de agosto, entre los cuales figuraban el disparo de fuegos artificiales y cuatro corridas de novillos, que se verificaron el 25 de julio y los festivos siguientes, destinándose los beneficios, como en otras ocasiones, al sostenimiento del Hospital de Caridad.

Aquel año, con motivo del estado de salud de las ciudades de Murcia y Orihuela, afectadas por el cólera, hizo que fuera bastante considerable el número de viajeros que llegó a Torrevieja para pasar allí el verano.

En febrero de 1891 se estableció en Torrevieja el farmacéutico José Pérez Cortés, que había obtenido su título correspondiente en Madrid, en abril de1891.

En la mañana del 19 de mayo de 1891 y en el paseo de Vista Alegre, sostuvieron una acalorada disputa dos individuos, dando lugar a que sacasen a relucir un cuchillo y una navaja, infiriéndole uno de ellos un navajazo al otro produciéndole una herida grave. El herido fue conducido al Hospital y el agresor detenido.

El 28 de junio, ocurrió una sensible desgracia el vapor “Pío IX” mientras se hallaba anclado en esta bahía y se depositaban en él un considerable número de sacos de sal para conducirlos a La Habana y otros puntos de ultramar. El contramaestre de la nave, que dirigía los trabajos de la tripulación, desde la boca de la escotilla número dos, cayó, con tan mala suerte a una de las bodegas, resultando con algunas heridas de consideración teniendo que ser conducido al Hospital, donde el médico cirujano del establecimiento le prestó loa auxilios en sus gravísimas heridas.

En julio de 1891, el torrevejense Manuel García Sala obtuvo el título de médico-cirujano pasando a ser titular correspondiente en su población.

A primeros de noviembre de 1891, abandonaron el ‘Santo Hospital de Caridad’ las Hermanas Franciscanas Terciarias Regulares de la Caridad que desde 1885 habían estado a cargo del centro a causa de la reiterativa y casi endémica viruela que afecto a Torrevieja, y la Comisión Provincial acordó trasladar al manicomio de Elda al demente José Balaguer natural de Torrevieja, que estaba ingresado en el Hospital San Juan de Dios de Alicante.

El 27 diciembre de 1891, el juzgado instructor de Orihuela comenzó a instruir el sumario en virtud de la denuncia presentada por el médico Felipe Millán, en la que manifestaba que, el día 18 de diciembre del anterior año, certificó la defunción de José Carvajal, vecino de Torrevieja, fallecido a consecuencia de envenenamiento por mercurio.

La situación de penuria que se vivía en la villa hace que, en marzo de 1893, el farmacéutico Rosendo Sánchez Barceló eleve una exposición al Gobierno Civil, solicitando que ordene al Ayuntamiento consignar en el presupuesto la cantidad necesaria para satisfacer el pago de los medicamentos suministrados a los pobres.

El 25 abril de 1893, por cese de médico José Bañón, fue nombrado director de Sanidad del Puerto José Malva Muñoz que hasta esa fecha estaba desempeñando el mismo cargo en el puerto de Altea.

Antonio Mora Martínez, presentó el título de licenciado en Medicina y Cirugía, expedido el 4 de mayo de 1885, el tomo posesión como médico titular en Torrevieja el 21 de enero de 1894; y el alcalde de Murcia trasladó a la Comisión Provincial el ingreso en el “manicomio de alienados” de Juan Gálvez Belmar, vecino de Torrevieja.

Solía suceder en algunos años, en apenas iniciada la temporada de baños se hacía circular de boca en boca que en Torrevieja había un foco de viruela y de otras enfermedades. Así ocurrió en el mes de julio de 1897, teniendo el médico César Carrera certificar que la salud en la villa salinera era excelente, no habiendo ningún caso de enfermedad contagiosa.

Y en octubre de 1897, Pascual Fernández y González, de 27 años, natural de Cieza y titulado en medicina y cirugía por la Universidad de Barcelona en 1894, se estableció en Torrevieja.

Desde julio de 1898 y hasta enero de 1899, ejerció como director de Sanidad Marítima del Puerto, con el sueldo anual de 1.500 pesetas, Francisco Tendero y Escolano. Cargo que luego volvió a ocupar a partir del 5 de enero de 1902, con un sueldo anual de 1.250 pesetas.

La competencia en la venta de productos farmacéuticos y drogas era muy grande, dando lugar a que, en julio de 1899, un farmacéutico formuló denuncias graves contra un comerciante de drogas al por mayor. Una vez constituido en Torrevieja el Juzgado de Instrucción de Orihuela y practicadas las oportunas pruebas, resultaron ser cierto los hechos denunciados, por lo que dictó una orden de procesamiento.

Entrados en el siglo XX, comenzó a ejercer la medicina en Torrevieja Lorenzo Ballester, tomando posesión de la plaza de médico interino de la Estación Sanitaria del Puerto, nombrado por Real Orden de 13 de junio de 1901.

En el verano de 1901 tenemos la primera noticia del establecimiento en Torrevieja de un dentista, profesión que habitualmente en la población la desarrollaban los barberos que, en caso de afección dental extraían el diente o la muela correspondiente. El cirujano dentista de Madrid señor Garrido, estableció temporalmente su clínica en esta población, dedicándose a construir con solidez y economía dentaduras completas o parciales, empleando los mejores materiales del momento fabricados en el extranjero, garantizando la perfecta adaptación a la boca, facilitando extraordinariamente tanto la masticación así como la palabra. Era frecuente perder las dentaduras naturales por no cuidarlas y a fin de evitar esto el señor Garrido orificaba en parte y expendía elixires y polvos para su limpieza y, por último, extraía sin dolor las muelas y dientes que no debían conservarse, así como los raigones. Pasaba consulta en la calle Mariana Pineda –hoy llamada Fotógrafos Darblade- número 16.

César Carrera fue nombrado médico-cirujano de la villa en enero de 1902 tomando posesión en julio. En el mes de septiembre, encontrándose en la quinta de salud que tenía en Torrevieja en doctor Mariano Ruiz para la convalecencia de discapacitados mentales, uno de los residentes llamado Manuel, vecino de Alcalá la Real, desapareció de dicho asilo, ignorándose en principio su paradero, apareciendo en la mañana del día 8 colgado de una higuera, en el ‘Pozo Dulce’, a un kilómetro de la población, hecho que comunicó el guardia de la finca al juzgado municipal.

El 29 de julio de 1903, ocurrió un desgraciado accidente cerca del paseo de Vista Alegre. Antonio Mora Miguel, de 42 años, vecino de Formentera de Segura, que se hallaba junto a un carro tuvo la desgracia de que al caerse casualmente el pértigo del vehículo le ocasionase fuertes contusiones en todo el cuerpo y la rotura de la tibia. Inmediatamente fue conducido al Hospital de Caridad siendo asistido por el médico Manuel García Sala, ayudado por el practicante Juan Pérez. El estado del herido fue calificado de pronóstico reservado.

Las medicinas reconstituyentes y para enfermedades nerviosas eran frecuentemente anunciadas en los periódicos. En la primavera de 1904 aparece publicado en ‘El Imparcial’ de Madrid y en ‘La Vanguardia’ de Barcelona, entre otros, el siguiente anuncio, que expone un “caso clínico” de una torrevejense descrito por su padre:

‘Torrevieja, 2 de febrero de 1903.

Muy Sres. míos:

En prueba de gratitud me es grato anunciarles el completo restablecimiento de mi hija Conchita gracias al uso de la Emulsión Scott. Durante mucho tiempo mi hija sufría una depresión nerviosa llamada Baile de San Vito, la que creíamos muy difícil de curar. Por consejo de una persona amiga, probamos en ella la Emulsión Scortt, y, en efecto, al poco tiempo pudimos notar que adquiría apetito y menos excitación nerviosa. Hoy, gracias a ese admirable remedio, su nerviosidad ha cesado por completo, come con gran apetito y está
completamente curada.

Su padre agradecido: VICENTE MARTÍNEZ

(Continuará)

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 1 de febrero de 2014

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