UN TEXTO DE RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (CANARIAS), ILUSTRA UN CARTEL EN LA EXPOSICIÓN CON MOTIVO DEL XXIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE FOLKLORE

SE CELEBRARÁ LOS PRÓXIMOS DÍAS 2 AL 22 DE JULIO CON PARTICIPACIÓN DE GRUPOS FOLKLÓRICOS DE MÉXICO, BIELORRUSIA, NIGERIA, TURQUÍA, ARGENTINA, ARGELIA, Y CANARIAS (ESPAÑA)

De palmas y palmeros. Rafael Sánchez Valerón. Cronista oficial de Ingenio (Canarias)

En la tarde del pasado lunes, 10 de junio, tuvo lugar en la sala de exposiciones “Manolo Mherc” del Centro Cultural Federico García Lorca de la Villa de Ingenio, la presentación de una exposición múltiple sobre distintos aspectos culturales: La alpargata; Carta etnográfica de Gran Canaria; El calado de Ingenio, arte y tradición; El Festival con el patrimonio cultural inmaterial declarado por la UNESCO; El rincón de los oficios, palmeros, homenaje a Rafael Hernández Sánchez; Mantones de Manila; Muestra III certamen de dibujo y relato breve.

Dicha exposición está enmarcada en distintos actos con motivo del XXIII Festival Internacional de Folklore entre los próximos días 2 al 22 de julio con participación de distintos grupos folklóricos representativos de México, Bielorrusia, Nigeria, Turquía, Argentina, Argelia, España y Canarias.

También se han programado distintas conferencias, concurso de fotografía digital, clase magistral de cocina, elaboración y degustación de comidas, talleres y exhibición de juegos autóctonos.

De palmas y palmeros

Cual lanza cimbreante

anclada al suelo

la palma de Paquesito

abraza el cielo.

Trepando hacia lo alto,

Rafael el Palmero

A modo de presentación

Este trabajo ha sido elaborado a solicitud del Festival de Folklore de Ingenio en base a vivencias personales, testimonios orales y documentales.

La Palma

La palma canaria (Phoenix canariensis), es una variedad de palmera de gran porte, de tronco largo y estilizado que suele alcanzar gran altura, muy longeva, apareciendo en su juventud cubierta por las bases persistentes de sus numerosas hojas con raquis espinoso por la base y que al llegar la madurez se torna en un cilindro de hasta un metro de diámetro, con toda la superficie cubierta por las cicatrices dejadas por las hojas con excepción de la zona terminal en la que la base de las hojas y parte de las hojas viejas que persisten determinan el engrosamiento del tronco.

Las hojas arqueadas pueden alcanzar hasta siete metros de largo. Las flores, blanquecinas en ramillete, producen dátiles pequeños y de poca pulpa con sabor dulce. Se encuentra en las zonas medias y bajas de las Islas, a veces formando grandes colonias.

Su hábitat es preferentemente las cuencas de los barrancos, si bien puede aparecer en terrenos llanos, debido al arrastre de sus semillas producida por las aguas corrientes. Por la configuración de sus raíces que impiden la existencia de sotobosque es un tanto escasa su presencia en las zonas de regadío, ocupando casi siempre zonas improductivas.

Tiene gran capacidad de adaptación y crecimiento; altamente resistente a condiciones climáticas adversas (frío, viento…). Es el símbolo natural del archipiélago canario.

El palmero

El oficio de palmero aplicado a la persona que se dedica a talar las palmas no está recogido en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ya que es una acepción exclusiva de Gran Canaria y como tal la podemos encontrar en el Diccionario Diferencial del Español de Canarias, bajo el significado: “que poda las palmas y se ocupa de recoger los dátiles”.

Históricamente los palmeros eran personas reconocidas generalmente en el ámbito rural por su destreza para trepar por la palma con la ayuda de un arco flexible en forma de circunferencia adaptable a su físico que se ponía alrededor del cuerpo a la altura de la espalda y a la vez en el tallo; con los pies desnudos sobre el mismo adoptando el cuerpo una posición de unos 45” se agarra el arco abracándolo con brazos y manos al tiempo que empuja su espalda contra el arco presionando con los pies el tronco de la palma de manera que esta presión impida la posibilidad de resbalar y caer.

Para ascender se acompasa los pies al dar un paso, con un empujón hacia arriba con los brazos al arco, hasta llegar a la copa, haciendo paradas si se consideraba para limpiar los fragmentos que pudieran impedir el ascenso. Una vez llegado a la altura de las ramas, queda suspendido, presionando fuertemente la espalda con el arco y los pies en la palma.

Con los brazos sueltos toma el hacha que lleva en la cintura en general de poco peso, elaborada con forma casi exclusiva para adaptarse a la morfología de las ramas y se dispone al corte, trabajo que realiza de forma armónica dando vueltas alrededor sobre las ramas que penden de forma horizontal hasta llegar a las más jóvenes que crecen de forma vertical, trabajo éste extremadamente delicado por la peligrosidad que entraña, pues muchas veces se soltaban del arnés para agarrados en forma de abrazo, proceder a extraer el llamado “palmito blanco” que por ser recientes en el brote y no haber alcanzado aún el verdor, eran muy solicitados por los artesanos para trabajos con ciertos adornos.

A la hora de cortar el “palmito blanco” debían hacerlo con sumo cuidado pues el corte excesivo de remas podía provocar el cese del crecimiento. Con la tala de las ramas se llevaba también a efecto el corte de las “datileras” con sus frutos. Terminada la faena se descendía de la misma forma que el ascenso, para proceder luego a la base de los “pírganos” limpieza de los “espuchos”, apartar los “taliscones” y desechos y transportar las hojas hasta el local del artesano.

El oficio

El palmero solía ser una persona con conocimientos del campo cuyo oficio se transmitía por generaciones o por aprendizaje espontáneo, siendo necesario poseer cualidades innatas y adquiridas como era la agilidad, fortaleza física, cierto valor y ausencia de vértigo. Solía trabajar por su cuenta o bien asociado a tareas de labranza o labores artesanales.

El trabajo

Si el palmero trabajaba por su cuenta había un acuerdo previo con el artesano para cobrarle en dinero o en objetos elaborados y este a su vez con los dueños de los terrenos donde se encontraban las palmas que recibían un estipendio. Si el palmero era a la vez artesano, el trato lo realizaba directamente con los dueños de las palmas.

Con la casi desaparición de las labores artesanales al ser sustituidos sus productos transformados por otros de elaboración industrial, esta situación se invierte en la actualidad al tener los propietarios de las palmas que pagar al palmero para su poda y desaparición de las ramas.

La gran demanda en otro tiempo de las hojas de palma determinó un gran trasiego con entre Ingenio y Tirajana para la adquisición de esta materia prima.

Derivados de la palma

Históricamente la palma ha sido muy importante en la economía de las familias de antaño en Ingenio, pues a los que se dedicaban a tareas agrícolas y ganaderas le seguían los artesanos, especialmente de trabajos derivados de la palma, en general en grupos familiares, concentrados preferentemente en la calle del “Ejido”.

Casi todo se aprovecha de esta singular especie botánica. El largo tronco de las palmas secas se cortaba en trozos y después de vaciar su interior, la corteza se utilizaba para colmenas. En las hojas secas (penca), el tallo que es el nervio central o peciolo (pírgano) separa las pínnulas.

El “pírgano” se utiliza como palo para escobas y troceados de forma longitudinal sirven para elaborar trabajos de cestería de distinto tamaño y uso. Son las pínnulas las más usadas en los distintos productos artesanales, siendo las primeras labores en aprenderse la confección de tomisas una vez separados los foliolos que se trenzan para formar las cuerdas empleadas generalmente para cubrir el mango de la escoba, aunque también puede tener otras utilidades de amarre.

Los principales utensilios elaborados son de utilidad agrícola o ganadera como serones, empleitas, sombreros, escobas o útiles caseros como esteras. El palmito blanco suele utilizarse en productos más elaborados como bolsos, taños y objetos ornamentales, también para adornar la parte externa de la escoba, filigranas en las fiestas del Corpus y otros. El ramillete de los dátiles ha sido empleado como escoba en los establos y labranzas.

Comercialización

Eran los propios palmeros o bien los miembros de su familia los encargados de vender sus productos a comerciantes y mayoristas o a sus propios clientes. También se trasladaban a otras localidades y a Las Palmas donde ofrecían estos productos en el mercado.

Palmeros conocidos

Fue especialmente reconocido en los últimos tiempos de esta actividad, Rafael Hernández Sánchez, conocido por “Rafaelito el palmero”

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