DESDE MI TORRE MUDÉJAR 619. PRIMAVERA MULTICOLOR

POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)

Castillo de Arévalo

Estaba yo tan distraído que la pasada semana no hubo columna, pido disculpas, y es que algunas veces está uno como extasiado con algunas cosas, distraído hasta tal punto de no saber el día que es… es un dicho de vacaciones, si al tercer día ya no controlas que día es, ¡eso va bueno! ya se pierde el sentido del tiempo que quiere decir que el relajamiento esperado del descanso está surtiendo efecto. Pues eso me pareció a mí, que perdí la noción de los días.

Claro que también han sido los millares de relámpagos, rayos y centellas los que nos han tenido ensimismados mirando a lo alto, al infinito, que han caído en una noche de récord, y ese cielo negro rasgado incesantemente con culebrillas luminosas. Desde la casa de mis padres, junto al mirador del Adaja que mira al saliente segoviano, zona en la que “agarran” bien las tormentas, yo he presenciado muchísimas y espectaculares que atraían y fijaban mi mirada, y contando el tiempo desde el destello hasta los truenos que, además, en esa enorme cárcava del río el sonido resonaba espectacularmente. A medida en que la tormenta se acercaba los nervios se impacientaban.

Lo mío no es miedo… ¡es pánico! y entonces esa belleza lejana se tornaba en un nerviosismo incontrolable. Pues eso ha pasado estas noches pasadas, que hacía mucho que no se dejaba ver este espectáculo tan sobrecogedor y bello.

Tormentas que también traen grandes lluvias, o a veces una nube de cuatro gotas gordas, o los temerosos granizos que donde caen trillan todo antes de tiempo…

Hacía años que no se nos ofrecía una primavera tan exultante de colorido y tan abundante vegetación. Se han dado cita todas las flores y colores que otros años se muestran en una parte muy menor y efímera. Es la gloria de fotógrafos aficionados, que los tenemos muy buenos, es una buena disculpa para salir a la caza de escenas y enfoques, de rincones floridos o de campiñas bañadas de rojas amapolas, o prados tachonados de margaritas, blancas y amarillas, de otras flores malvas y azulonas, de un sinfín de especies que raramente se dan cita en una misma temporada.

¡Esto si es una primavera! Ya lo he escrito en otras ocasiones, este es el mes en que nuestra escueta meseta se siembra de sus colores verdes de primavera más exultantes.

Eso sí, esta aún por llegar un fin de semana con buen tiempo, ese que decimos bueno porque es soleado y agradable porque últimamente todos los fines de semana son de tiempo irregular. Y las lluvias nos sorprenden casi cada día de tal forma que el agua vivificador está dando sus resultados, los estéticos de una primavera florida y los materiales de una cosecha que se plantea espléndida, esperemos que no se tuerza y el fruto grane y cuaje, que ya va tocando una de esas cosechas que alegran nuestros campos y nuestros agricultores, que están siempre mirando al cielo.

Y una fecha emblemática, uno de esos días que decían antes que “relumbran más que el sol”, el Corpus Cristi, la fiesta eucarística tan celebrada en la cristiandad y que es la fiesta principal en algunos de nuestros pueblos. Por eso, cuando las imposiciones del calendario la trasladaron del jueves al domingo, ellos han seguido celebrándola en su día. Hay ciudades que lo celebran de forma espectacular, Toledo, Granada, La Orotava y otras muchas. Pero aquí al lado tenemos la Nava de Arévalo con su Corpus de jueves y de fiesta, de altares callejeros, de brillante grandeza en la humildad. Tierra de Castilla.

En Arévalo lo celebramos al uso general, con los niños de comunión en torno al palio que acoge la custodia del Señor, con los cánticos eucarísticos tradicionales, con esas paradas de bendición en los altares instalados en el recorrido, siete altares, como nuestras siete torres, que bendicen la ciudad por el Arévalo antiguo en su recorrido oloroso de tomillos y romeros…Pues se me acaba el papel y no me ha dado tiempo de contar alguna particularidad más de nuestro Corpus Cristi… eso será para otra ocasión.

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