EL HERMANO TOMÁS NISTAL S.J. YA TIENE LAS LLAVES DEL REINO

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNG (ASTURIAS)

Los últimos jesuitas residentes en La Inmaculada. En el centro, con camisa blanca, el Hno. Nistal. Tras él, a su derecha, el P. Antonio Pérez; un gran teólogo y, para mí, un amigo entrañable.

En 1941 el médico y escritor escocés Archibald Joseph Cronin (1896-1981) publicó una de sus novelas más importantes (para mi la más importante) titulada LAS LLAVES DEL REINO.

Describe en ella la vida de un clérigo escocés, el Padre Francis Chisholm, misionero en China durante muchos años, que, ya anciano, retorna a su parroquia natal en la que aplica los métodos pastorales que utilizaba en su zona de misión. Y, así, hacía doctrina con los niños enseñándoles a construir cometas que, al soltarlas en su vuelo, llevaban escritos pensamientos y normas de conducta.

En una de esas «notitas» se leía: «LA MAYOR VIRTUD ES LA OBEDIENCIA, LA SIGUIENTE ES LA HUMILDAD».

.- ¡Qué frase tan profunda y tan bonita! , le dijo un sacerdote joven que observaba al misionero, ¿es de San Agustín?

.-No, hijo, no -respondió el anciano – es de Confucio.

Esa fue la vida y el ejemplo de servicio que nos legó el Hermano Tomás Nistal S.J.; un jesuita astorgano que se incorporó a nuestro COLEGIO DE LA INMACULADA (PP. JESUITAS) de Gijón en los últimos años de la década de 1950-1960. No estoy seguro, pero creo que fue en 1966.

El Hermano Nistal, en su ejemplo de OBEDIENCIA y de HUMILDAD era, en su sencillez, un «hombre polifuncional».

Vigilaba y cuidaba al alumnado en tiempo de estudios y de recreos; se responsabilizaba del mantenimiento del material deportivo (especialmente de baloncesto) y de sus instalaciones; se esmeraba en el perfecto estado del campo de futbol, abría y cerraba -siempre vigilante y puntual – las puertas de los patios que permitían el acceso de los alumnos al colegio; dedicaba su atención a los compañeros jesuitas enfermos (como así sucedió durante la larga enfermedad del P. ángel Cuesta S.J.).

Y todo esto lo llevaba a cabo con una contagiosa «humildad sonriente». El Hno. Nistal, hasta enfadado o triste, transmitía una serena paz de alegría. Era un fiel seguidor de mis programas de los jueves en LA BUENA TARDE (RPA) y en más de una ocasión me insinuaba cómo le animaban a ver la vida con optimismo. «¡Y mira a ver si hablas bien de lo bueno que tiene Astorga! «, me decía en más de una ocasión.

Cuando la Comunidad jesuítica residente en el Colegio fue trasladada a Salamanca, hace de esto muy pocos años, tuve el, para mi, doloroso honor de asistir a la eucaristía y posterior comida de despedida.

Me día cuenta que en su «aparente alegría «, consecuencia de su OBEDIENCIA y de su HUMILDAD, Tomas Nistal sentía como sufrían sus raíces de vida afincada en Gijón, en su Colegio de la Inmaculada.

Tomás Nistal, «Tomy», acaba de fallecer en la residencia jesuítica de Salamanca. Posiblemente riéndose de su dolor de ausencia y de su nostalgia en la Inmaculada.

Y sonreía porque sabía que nada más llegar al cielo, con gran disgusto de San Pedro, iba a ser su «ayudante» para abrir y cerrar las puertas de acceso al Paraíso de los Santos. Iba recomendado por el P. Ángel Cuesta, por el P. Gumersindo Treceño, por el P. Pedro Cifuentes…y por tantos otros compañeros, jesuitas y seglares, que le estaban esperando para felicitarle por el nuevo cargo.

El Hermano Tomás Nistal S.J., a partir de hoy, tiene en su poder LAS LLAVES DEL REINO. Y él nos abrirá sus puertas para recibirnos con un fuerte abrazo.

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