ALFONSO X EL SABIO Y SUS APORTACIONES HISTÓRICAS EN LA CANTIGA CLXIX

POR LUÍS LISÓN HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE ALGUAZAS Y OJOS (MURCIA).

Arrixaca antigua.

Diversos municipios de la Región de Murcia, entre ellos la capital, forman parte de los que se consideran ciudades y pueblos alfonsíes por la relación que tuvieron con el Rey Alfonso X El Sabio, al que venimos dedicando páginas especiales en Carta Local con motivo del octavo centenario de su nacimiento, en noviembre de 1221. El Cronista Oficial de Alguazas y Ojós, Luis Lisón, detalla en este artículo la presencia que el rey Sabio tuvo con el entonces Reino de Murcia y que recogió en sus Cantigas de Santa María.

El origen histórico de la venerada imagen de Santa María de la Arrixaca ha generado numerosas controversias a lo largo de los siglos, al desconocerse su autor y datación, suponiéndola unos de tiempos de la presencia visigoda en nuestra patria, y afirmar otros que fue traída por el príncipe Alfonso cuando obtuvo el Reino de Murcia en 1243, por la forma que presenta, muy similar a las llamadas de arzón.

No parece sino que el futuro rey llevara consigo un carro repleto de imágenes, y que fuese dejando una de ellas en cada sitio: Arrixaca, en Murcia; Rosell, en Cartagena; Nuestra Señora de las Huertas, en Lorca; Rosel, en Cehegín, Nuestra Señora de Gracia, en Jumilla; etc.

Centrándonos en la antigua patrona de Murcia, la falta de noticias fidedignas llevó al vulgo a suponerla escondida en un pozo de agua durante la dominación islámica, y que en cierta ocasión, al intentar sacar del mismo un cubo con agua, valiéndose de una jaca, dado lo mucho que pesaba, salió también la imagen, mientras el dueño del animal la animaba gritando ¡Arre Jaca! De ahí que se le llamase comúnmente como Arrejaca. Tradición y leyenda que ha perdurado prácticamente hasta nuestros días.

No sería hasta el último cuarto del siglo XIX, cuando algunos estudiosos y especialistas sacasen a la luz un manuscrito escrito en lenguaje galaicoportugués, denominado Cantigas de Santa María, compuesto por más de 400 cantigas, relacionadas con hechos o milagros atribuidos a la Virgen María; varias de las cuales tiene estrecha relación con Murcia y su Reino. De ellas, la más popular y conocida es la que narra la presencia y vicisitudes que pasó en su tiempo la llamada imagen sedente de Santa María del Arrixaca, denominada así por estar situado su pequeño templo, o ermita, en el barrio de dicho nombre, ubicado en tiempos de la dominación árabe fuera de la muralla principal de la ciudad, en un extenso territorio que se extendía por el Oeste y Norte de la ciudad.

Las reiteradas y largas estancias de Alfonso X en el Reino de Murcia, posibilitaron que tuviese un gran conocimiento de la realidad murciana, bien por oírlo a los demás, bien por su experiencia personal. Y ese conocimiento es lógico que se refleje tanto en el texto de
las cantigas como en las ilustraciones miniadas que lo acompañan. Dibujos que respecto a la cantiga CLXIX parecen deberse a la mano de Pedro Lorenzo, cierto “pintor de imágenes” que aparece como uno de los heredados en el Repartimiento de Murcia.

En la interpretación histórica que del texto de la cantiga hizo una voz tan autorizada como la del académico don Aureliano Fernández Guerra y Orbe, en carta dirigida a don Javier Fuentes y Ponte, y datada en Madrid a 30 de marzo de 1886, tras hacer un traslado integro del contenido, comenta: «La cantiga, pues, nos dice terminantemente no haber empezado en el siglo XIII el culto de Santa María de la Arreixaca, sino que en 1241 se estimaba por antigua la iglesia de aquel barrio árabe, y de siempre muy concurrida por los mozárabes murcianos; y por lo menos, desde principios del siglo XI sumamente devota para genoveses pisanos y sicilianos. Estos iban
allí a orar y a encomendarse a la Virgen en sus enfermedades y peligros, y le presentaban ricas ofrendas.

Porque aquel santuario guardó de mal a muchas personas, fue guardado también de amigos y enemigos, y los moros no tuvieron poder para hacerle el mal que querían. Con las mismas palabras lo afirma la canción; añadiendo que, por más gestiones que hicieron, no consiguieron jamás que el cristiano templo desapareciese del barrio de la Arreixaca. Por varias veces la Aljama se presentó a D. Alfonso pidiendo que se quitase de allí el templo; y después al Rey D. Jaime  de Aragón; y como lo último ya, al merinida Aboyuzaf que en cuatro ocasiones pasó a España y se derramó por Andalucía y Murcia (1258-1286.)»

Y no conformándose con lo expresado anteriormente, aún se atreve a poner una fecha aproximada con la que datar el origen de la imagen: «Harto recuerda V. mi amigo, que en 1147 los genoveses y pisanos asistieron a la conquista de Almería, hecha por el emperador D. Alfonso VII; y que desde antes del año 1010 mantenían activo comercio con toda nuestra costa de Levante. Si a esto añadimos que la pintura árabe que V. ha descubierto, en la superficie interior de la tabla puesta para cubrir el hueco, destinado en la cabeza y espalda de la Virgen a contener reliquias de santos, pertenece por su estilo a la época en que el rey de Córdoba Abderrahmán Amasir fundó la ciudad de Medina Azahra, bien podemos atribuir a los años inmediatos al de 936 la escultura murciana.»

Los versos de donde se desprende la antigüedad, son los siguientes:
……
Dua eigrej’antiga,
de que sempr’acordar
s’yan, que ali fora
da Reya sen par
dentro na Arreixaca,
e yan y orar
genoeses, pisaos
e outros de Cezilla

Pese a ello, el hecho de que la talla parezca ser una de las llamadas de arzón, motivó que diversos autores los atribuyesen a que la trajo el Príncipe don Alfonso en su cabalgadura, cuando el propio Rey Sabio deja claro en la cantiga que el templo donde se veneraba ya era antiguo cuando él llegó a Murcia, e incluso necesitado de cierta restauración que más tarde se hizo.

Con motivo de que la barriada quedó a partir de 1266 como confinamiento de los sublevados pobladores islámicos, hubo varios intentos de que el templo de la desde entonces patrona de Murcia fuese destruido, sin que pudiesen conseguirlo, las reiteradas tentativas llevadas a cabo ante don Alfonso (primero como Príncipe, y luego siendo Rey), su suegro Jaime I, y el propio rey moro de la Arrixaca, Abenhudiel, quien contestó así al requerimiento: “No me atrevo yo a hacer nada en contra de María, pues castiga con desgracias a sus enemigos”.

En siglos posteriores, a tono con tiempos y costumbres, la imagen de nogal policromada y dorada en oro, fue colocada en pedestal elevado, y vestida con ricos trajes. En este estado se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya los frailes agustinos, sus custodios más de doscientos años, fueron expulsados del convento y su templo clausurado

FUENTE: http://femp.femp.es/files/842-367-fichero/CARTA%20LOCAL%20octubre2021_N350.pdf.

Pagínas 48 y 49

 

Sin Comentarios.

Responder

Mensaje