Guillermo Sena, fotografiado en su despacho de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. / Alfredo Aguilar
Segundo de a bordo del Fiscal Superior de Andalucía durante ocho años y ahora único fiscal emérito de España, ha sustituido a Jesús García Calderón durante las merecidas vacaciones de este a lo largo del mes de agosto que ahora finaliza.
Guillermo Sena (Bailén, 1944), cronista oficial de La Carolina, aprendió todo lo que hay que saber sobre las drogas en un triste cuartucho de un piso de Barcelona: «Entré en la habitación y vi a una joven bellísima con una jeringuilla lavada en el brazo. Estaba muerta. En su regazo había un niño de un año llorando desesperadamente. Era su hijo. Nunca olvidaré esa imagen. Nunca». Corrían los años ochenta, un tiempo en el que la heroína era la reina de las calles, y el jurista jienense era ya un joven pero experimentado fiscal. Hijo de un juez, había sacado la oposición con solo 26 años y luego fue saltando de destino en destino con la curiosidad de un trotamundos. De la ciudad condal, ya se ha dicho, se trajo un recuerdo que nunca le abandonaría, el de aquella madre casi adolescente derrotada por el ‘caballo’. Y en Madrid, un lugar que le atrapó pero del que tuvo que despedirse porque la familia tiraba hacia el Sur, ‘disfrutó’ de la locura de ejercer el complicado oficio de fiscal en el ojo del huracán. «Me tocó lo del famoso robo en una sucursal de Banesto -banco que hoy en día ha sido absorbido por el Grupo Santander-. Los ladrones reventaron decenas de cajas de seguridad y se llevaron un botín valorado en más de 1.200 millones de las antiguas pesetas -lo que equivaldría 7,2 millones de euros en la actualidad-. Además, se dio la circunstancia de que una de las cajas era de Adolfo Suárez, el expresidente del Gobierno…», rememora Guillermo Sena.
«En Madrid todo era así: a lo grande, a lo bestia. Un día llegué a tener ¡90 detenidos!», agrega. A estas alturas de la semblanza, los lectores ya habrán comprobado que abrir el libro de la memoria de un fiscal es como adentrarse en una biblioteca de novela negra. Lo que ocurre es que todo es real. «La realidad siempre supera a la ficción», afirma. Lo dice un hombre que, entre otras funciones, se ha ganado la vida acusando a homicidas.
Del remolino de recuerdos también surgen los nombres de la fiscal Carmen Tagle y de Luis Portero, fiscal-jefe de Andalucía, ambos amigos y ambos asesinados por ETA. Cuando habla de ellos, aparecen grietas en su voz.
Son muchos años, pero el dolor persiste.
Pero la vida ha de continuar. Fiscal-jefe de Cuenca, fiscal-jefe del Tribunal Superior de Justicia de Murcia… Guillermo Sena sigue engordando su currículo viajero y profesional hasta que recala en Granada, la capital judicial de Andalucía, para convertirse en el segundo de a bordo de Jesús García Calderón, Fiscal Superior de Justicia de la región, «y una persona de la que he aprendido mucho: yo he tenido tres maestros: mi padre, Luis Portero y Jesús», elogia.
Ocho años, que son los que lleva en el cargo de Teniente Fiscal Superior, ha sido el sustituto estival del ‘Jefe’ y, en general, la experiencia ha sido buena. «Los veranos son tranquilos, solo Sánchez Gordillo y el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores) suelen darnos trabajo», alude a las protestas del popular alcalde ‘rojo’ de Marinaleda y sus seguidores.
Pero eso se acabó. Cuando estas líneas vean la luz, Guillermo Sena ya no será el Teniente Fiscal Superior de Andalucía. Este pasado mes de julio le alcanzó la edad de jubilación y se fue…, pero se quedó. Como hacían falta manos, fue nombrado fiscal emérito, un caso único en España. Al final de su carrera, ha vuelto a empezar. Y está feliz.
Fuente: http://www.ideal.es/ – Carlos Morán
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