FINALIZÓ LA CANÍCULA DEL 2014 Y PROSIGUE ESTE ANÓMALO VERANO

POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

canigula

Con el término “canícula” se aplica en Meteorología a la época más cálida del año, que en nuestro país suele asociarse al período comprendido entre el 15 de julio y mediados de agosto, o entre las dos vírgenes (la del Carmen y la Asunción). Su nombre deriva del latín (“can-canis”, Días de perros…). Y es evidente que tiene su origen en la antigüedad, relacionado con la constelación Can Mayor, cuya estrella Sirio (“La Abrasadora”) salía en estas fechas (ya lo hace a primeros de septiembre). Y la explicación es fácil: verticalidad de los rayos solares, horas de sol, bajas térmicas o dorsales sobre la Península con entrada de aire africano, etc.

Aunque fuera de esos límites también pueden aparecer “olas de calor” puntuales y llamativas: sobre todo en la última semana de junio (“Entre San Juan y San Pedro, cuando más calienta el Sol…”), primera de julio («Por San Fermín, el calor no tiene fin«) e, incluso, en la primera de septiembre (como luego veremos).

Cuando los valores exceden de lo tolerable (generalmente, la temperatura del cuerpo humano, en torno a los 36’8º C) sus efectos son nocivos, especialmente para enfermos, niños y ancianos (y en cierto trabajos). Incluso en tiempos pretéritos se acompañaba de graves enfermedades, caso de la peste, gastroenteritis y cólera, paludismo, tifus y un largo etcétera. Todas ellas de fácil explicación y relación causa-efecto.

Y así sucede a menudo, tanto a nivel general (como la ola de calor europea de 2003, o la norteamericana de 2006), nacional (las españolas de 1994, 1995, 2003 y 2010) y local (las de Navalmoral en el 2010, 2005, 1998, 1990, 1989,…). Pero también es lógico –como se desprende de los datos anteriores– que la coincidencia no es absoluta, ya que depende de varios factores: fundamentalmente, de los grandes “centros de acción”: anticiclones, borrascas, masas de aire, procedencia de las mismas, humedad, etc.

Centrándonos en el contexto actual, como decíamos y es evidente, hace medio mes finalizó la cronológica canícula del 2014 que, como hemos podido sentir, este año brilló por su ausencia (para regocijo de muchos y malestar para otros, pues la cosa meteorológica va por actividades económicas, personas y barrios…).

Además, ya han transcurrido los dos meses claves del verano, el 80% del mismo y, de acuerdo con nuestros registros, en este período la temperatura media ha sido de 25’8º (dos por debajo de la media global). Sólo en tres ocasiones el mercurio se aproximó a los 40º y todos ellos en el pasado mes de julio: concretamente, 39’7º el día 16 y 38º los días 17 y 27. No hemos padecido ninguna “olas” de calor ni agobios nocturnos significativos (la única ocasión en que la temperatura mínima se aproximó a los 25º fue en la madrugada del citado 17 de julio, con 24’3º). Casi todo ello debido a que han predominando los vientos del Oeste, que refrescan el ambiente.

Y, aunque aún nos quedan tres semanas del estío por recorrer; y, a pesar de que a veces los calores se retrasan (como está sucediendo en estos últimos días); lo general es que, a partir de las próximas fechas, las altas temperaturas sólo se presenten de forma breve y esporádica. La excepción únicamente se hizo patente en dos ocasiones: como sucedió entre el 6 y el 15 de septiembre de 1987 y entre el 5 y el 12 de ese mismo mes al año siguiente (que más de uno recordará por los agobios sufridos el “Día de Extremadura” en Guadalupe, con 43º a la sombra…). Además, como las noches son cada vez más largas y la incidencia de los rayos solares es más inclinada gradualmente, las horas nocturnas son progresivamente más frescas («En la Natividad de María, fresca la noche y caliente el día«).

Ya para terminar, considerando lo mencionado antes, unido a la observación y análisis de la situación actual de los centros de acción, su dinámica en las últimas fechas y la tendencia para las venideras, es lógico que vendrán algunos días de calor en el futuro. Pero ya no serán tan duraderos y agobiantes como las que acontecen en la explicada canícula. Por lo que creemos que el verano tiende a remitir, a la vez que muy pronto llegarán las primeras tormentas. Aunque Dios tiene la última palabra…

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