LOS CAMINOS QUE TE ACERCAN A ULEA RUTA 3

POR JOAQUIN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

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Se acercan las vacaciones de Navidad y, los jóvenes tienen vacaciones escolares. Como habíamos puesto la fecha de “la Tercera Ruta de Acceso a Ulea” para estas vísperas de fiestas, no sabía del interés de los jóvenes en recorrer esta vía de acceso a Ulea, con sus padres y familiares.

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No, nunca me imaginé que su ilusión llegaría a tal  extremo. Sí, mi sorpresa fue mayúscula cuando, a la hora prevista, nos encontramos en la plaza mayor de Villanueva (lugar de encuentro para iniciar el recorrido de la tercera ruta). Pero, si la primera ruta la iniciamos los dos solos, a la segunda nos acompañaron su mujer y un hijo adolescente y, en esta, la tercera, arriban cuatro coches con cinco personas cada uno: la familia al completo más dos matrimonios, amigos de la familia.

Ulea

Allí, en la plaza de la Iglesia de Villanueva, dejamos los coches aparcados y, sin tiempo que perder, nos pusimos en marcha. Sin lugar a dudas, tenían ganas de conocer la historia de Ulea; de sus antepasados; de los hitos históricos que quedan de ella y, de los medios de que disponían; y disponen en la actualidad.

Iniciamos la marcha y, a 50 metros, nos encontramos con el río Segura, en su margen derecha término de Villanueva.

Les invito a que miren al frente y, al unísono, exclaman sorprendidos ¿Qué pueblo es ese que se encuentra en la montaña? Les miro fijamente y, con una leve sonrisa, les respondo: Es Ulea; mi pueblo, el que veremos en su totalidad cuando acabemos con las cuatro vías de acceso.

Ahora, durante el recorrido de la tercera ruta, llegaremos hasta la entrada del mismo (he de indicar al lector que, de las 20 personas que me acompañaban, solo dos habían venido a Ulea un par de veces, en su vida; para el resto, Ulea era “la gran desconocida”).

Desde aquél punto les indico y señalo todas las peculiaridades del monte “El Castillo”, que parece como una madre abrazando a su hijo, en su ladera. Sí, ese pueblo es Ulea: nuestro punto de destino.

En la parte alta; en la cima de la montaña, observarán una oquedad: se trata de “La ventanica”; espacio por el que se comunicaban los ocupantes de los asentamientos de Ricote, Ulea, Archena y “La Torre del Puerto de la Losilla, de Ulea”.

A la izquierda, se encuentra “La Pila de la Reina Mora” y, alrededor, todas las dependencias del asentamiento: Las paratas o bancales donde efectuaban sus cultivos, los canales de riego y su aljibe; que llenaban con agua de lluvia y, cuando esta era escasa, lo llenaban con agua del río y la almacenaban; tanto para uso doméstico como para regar sus fecundas tierras y abrevar a sus animales.

Un poco más abajo, por encima del campanario de la Iglesia de San Bartolomé, observarán una imagen del “Corazón de Jesús” entronizada en Ulea, el día 22 de junio del año 1947, siendo Alcalde José Carrillo Hita y cura párroco D. José Muñoz Martínez.

Casi, a la misma altura, cruzando de oeste a este de Ulea, se encuentran los canales del Taibilla y, un poco más abajo de la montaña, por detrás del Cementerio, se observa la boca del túnel del trasvase Tajo-Segura, que vimos el día pasado cuando efectuamos la segunda ruta. De todas formas, si lo deseáis cuantos venís por primera vez, al marcharnos, salimos por allí, nos detenemos y les explico toda su historia.

Al acabar de visualizar dicha panorámica, descendemos por un camino angosto, hasta la misma orilla del río Segura. Desde allí, se divisa la fértil huerta uleana y dos puntos importantes en la historia de Ulea, tales como: el punto de arranque de un camino acotado y preparado para efectuar senderismo qué, partiendo desde ese mismo punto, atraviesa por el puente para pasar a término de Ulea y, siguiendo bordeando el río Segura, por su margen izquierda, se adentra en Ojós, finalizando, una vez pasado el “Puente Colgante, de madera”, a la altura del Azud. En total, unos tres kilómetros.

Posteriormente, siguiendo el camino de los senderistas, volvemos a bajar a la orilla del río y les comento: Aquí, a esta misma altura, estaba amarrada la barca (algunas veces era una plataforma de madera) qué, durante unos tres siglos, transportaba a trabajadores, animales de carga, carruajes y enseres; sobre las aguas del río. Sí, este punto de amarre se ha utilizado desde el siglo XVII, hasta el siglo XX concretamente, el año1925, fecha en que se construyó este  puente que tenemos a unos 75 metros, a la izquierda. (Apartamos una rama de baladre y, una niña de unos 10 años exclama ¡Anda, si lo tenemos aquí mismo¡.

Tocando las aguas del río y frotándose bien, ya que está un poco fresca, les digo qué, con mucha frecuencia, más de la deseada, cuando bajaban las aguas “bravas”, a consecuencia de alguna riada, se destruían la barca, la maroma y el muelle, quedando todo inutilizado; ya que las aguas turbulentas arrastraban, río abajo, toda la infraestructura viaria que tenía nuestro pueblo de Ulea.

Durante mucho tiempo, los uleanos quedaban incomunicados. Había que adquirir una tras otra y las arcas del Ayuntamiento estaban en precario. El tránsito por la barca costaba un precio por su peaje y, para ello, el Ayuntamiento sacaba a subasta el arriendo de la misma. A dicha subasta, acudían varios postores y el que se quedaba con el arriendo, llamado “rematante”, administraba el mantenimiento de barca, maroma y embarcadero, poniendo los precios de las tasas por el paso de transeúntes, carruajes, animales y enseres. Durante muchos años, los rematantes fueron la familia de Juan José Vicente.

Por tal motivo, se llamaban “los barqueros” y con dicho apodo se les sigue llamando a sus descendientes; a pesar de los casi 90 años que hace de su desaparición; al construirse el Puente en el año 1925.

Todavía, como observaréis, quedan vestigios de la empalizada del muelle y, donde se amarraba la maroma. Todos pasaron por ese punto pero, una señora, un poco más atrevida, estuvo a punto de caer al río, de cabeza. No llegó a tal extremo pero se dio un gran susto; aunque no se libró de un buen “remojón”.

Por la ruta de los senderistas, llegamos al puente y, en vez de adentrarnos en Ulea, retrocedemos unos metros y, desde “la asomá”, nos volvemos a recrear al contemplar  las vistas de Ulea, pero, desde una perspectiva distinta.

Caminando sobre el puente, les doy una sucinta explicación de la enconada discordia entre los políticos, cuando se trataba de acercar posturas y limar asperezas, entre los consistorios de Ulea y Villanueva; situación a la que también contribuyó la ambigüedad de la administración de la capital murciana.

Decididos a terminar esta tercera ruta de acceso a Ulea, nos adentramos por la carretera en el vergel de la huerta uleana. Los 800 metros que separan a los pueblos de Ulea y Villanueva, nos vemos reconfortados con frondosos árboles a ambos lados y el chirrear constante de las aguas del brazal que discurre a un metro del arcén. Poco más arriba, nos encontramos con el cauce de la acequia de Ulea (en este tramo llamada acequia menor), de donde parte el brazal descrito, que riega una gran extensión de terreno.

A unos 20 metros de la acequia, acercándonos al pueblo, nos encontramos con una aceña-actualmente en desuso-que regaba una gran extensión de terreno que estaba más elevado que la acequia y qué, tampoco podía regarse con la “rafa”.

Se daba la circunstancia de qué, más arriba todavía, frente a los árboles grandes, había una segunda aceña que regaba la finca de Heredia Spínola; que estaba unos 15 metros más elevada que la anterior. Por tal motivo se le llamaba “La Contra Aceña”. Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, desapareció en la década de 1940 a 1950.

Aquí, en “Los Árboles Grandes”; en donde nos encontramos, es el lugar de entronque de todos los medios de comunicación de llegada y salida de Ulea. También, es lugar de encuentro de los uleanos en sus cotidianos paseos. Sin lugar a dudas, desde tiempo inmemorial, es lugar re reunión de chicos y mayores, bajo el amparo de sus árboles centenarios.

Los edificios que se divisan al frente son “el Polideportivo”, “el Grupo Escolar y “la Casa de la Cultura”. A nuestra espalda se encuentra una zona industrial de gran importancia. Se trabaja toda clase de fruta y allí se prepara para su trasporte y comercialización,  en mercados españoles y extranjeros. Lo cierto es queda trabajo a numerosos uleanos y uleanas.

Como los coches quedaron a menos de un kilómetro, en la Plaza Mayor de Villanueva, decidimos comer en el Restaurante “El Moreno” que está junto a nosotros. Me quedo con los niños, las mujeres y los ancianos, mientras regresan con los vehículos: total; unos 10 minutos. Departimos durante la comida y respondí a cuantas preguntas me hicieron. La armonía fue el denominador común; el cansancio de unos pocos y, la ilusión de todos, porque llegue el día del cuarto camino que nos acerque a Ulea y la visita guiada, por el pueblo. Es promesa que se cumplirá con energías renovadas y, con un interés inusitado.

Un adiós y una sonrisa fue el epílogo de esta tercera vía de acceso a Ulea.

 

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