HABLEMOS DE MARCHAS PROCESIONALES DE SEMANA SANTA

POR PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ. CRONISTA OFICIAL DE DOS HERMANAS (SEVILLA)

A mi admirado, querido y buen amigo Fulgencio Morón Rodena, autor de marchas procesionales tan hermosas como la de “Cristo en la Alcazaba” 

Uno de los elementos que hacen de la Semana Santa un acontecimiento artístico, aparte de su íntimo sentido devocional y cristiano, por cierto cada vez más festivo, mistificado y fuera de su inicial significado religioso,  es la música. Así es y así lo sentenciaba mi buen e inolvidable amigo Nicolás Salas, maestro de periodistas e historiador de categoría, cuando comentaba que en estos tiempos nuevos las marchas clásicas han casi desaparecido de los programas musicales y han sido sustituidas por “músicas más propias de publicidad de refrescos”. 

Voy a dedicar estos renglones a mis marchas procesionales favoritas, todas ellas con una historia, a veces trágica pero no menos interesante. 

“Soleá dame la mano”

Uno de estas grandes e históricas marchas procesionales es la conmovedora marcha “Soleá dame la mano”. Me contaba Nicolás Salas que Font de Anta se inspiró para componer esta preciosa marcha en una tradición carcelaria, iniciada en 1889 por la cofradía de la Esperanza de Triana. En efecto, relataba que con las primeras claras del día, la Cruz de Guía de la cofradía de la Esperanza de Triana entraba por la calle Pastor y Landero procedente de Adriano. Allí estaba la cárcel del Pópulo, que ocupaba casi toda la manzana, desde la calle Almansa hasta la calle Arenal. El edificio había sido antes convento de clausura. Los muros, altos y sin apenas huecos, de color terrizo, eran un anticipo del interior donde, salvo los dos grandes patios con fuentes, amplios y soleados, todo era sórdido, viejo y sucio. Donde estuvo la cárcel del Pópulo (1837-1935), existe hoy un espléndido edificio firmado por Juan Talavera y Heredia, construido en 1947 para mercado de entradores y luego readaptado para mercado de abastos (1974-1977).

Desde finales del siglo XIX, al pasar por la puerta de la cárcel la Esperanza de Triana, algún preso le cantaba una o dos saetas, pero no desde las escasas ventanas carcelarias fuertemente enrejadas, sino desde la esquina de la calle Almansa, donde había un postigo de la cárcel, que se abría para el caso.

Álvaro Ochoa recoge el hecho de que en cierta ocasión un preso, al paso de la imagen, le cantó esta emotiva saeta:

«Soleá dame la mano, 

por las rejas de la cárcel, 

que tengo muchos hermanos, 

huérfanos de padre y madre. 

Eres la Esperanza nuestra, 

estrella de la mañana, 

luz del cielo y de la tierra, 

honra grande de Triana».

Seguramente esta letra le llegó al alma a Font de Anta, que en 1918 compuso esta preciosa marcha procesional, representando al preso que le pide a la Virgen que le extienda su mano para poder salir de la miseria carcelaria. Hasta 1933, año de clausura de la cárcel, nunca faltó la Hermandad a la cita con las saetas de los presidiarios. En 1956 se reanudó la costumbre de forma simbólica ante un retablo de la Virgen trianera que, en el actual edificio del que fue mercado, fija el lugar del portillo de la antigua cárcel. 

El gran compositor ruso Igor Stravinski estuvo en Sevilla en la primavera de 1921, deseoso de admirar la Semana Santa, de la que sólo conocía los testimonios escritos de los viajeros románticos. Vino procedente de París, acompañado de su íntimo amigo y colaborador Sergei Diaghilev, el creador de los ballets rusos, con quien trabajó en El pájaro de fuegoy La consagración de la Primavera. Stravinski y Diaghilev se alojaron en el hotel Madrid y tuvieron en Juan Lafita un cicerone excepcional. Fue presenciando el desfile de la cofradía de San Bernardo por la Puerta de la Carne, cuando Igor Stravinski, al escuchar esta marcha,Soleá, dame la mano, que interpretaba la Banda Municipal de Música detrás del paso de la Virgen del Refugio, se emocionó de tal manera que le dijo a Diaghilev: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”. Y no le faltaba razón.

Amarguras  “Poema religioso en forma de marcha fúnebre”

Pero ahí no quedó la inspiración colosal de Font de Anta. Como músico, está considerado como un autor de doble personalidad, ya que atiende a dos ámbitos musicales diferentes: el género popular y el religioso. Suyas son piezas de variedades como ‘La torre de Sevilla’, con letra de los hermanos Álvarez Quintero y estrenada por Pastora Imperio o el  pasodoble con el que se inauguró en la Plaza de España la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, cuyo texto fue igualmente escrito por los hermanos Álvarez Quintero, siendo interpretado en aquella solemne ocasión por el tenor Juan García, los Coros Vascos, la Masa Coral de Sevilla, las Bandas Municipalesy Madrid y la Banda del Regimiento de Ingenieros, dirigidas por el maestro Francisco Alonso.. 

Pues bien, fechado en Madrid el 14 de marzo de 1919 con el título Amarguras  “Poema religioso en forma de marcha fúnebre”firmó Manuel Font de Anta esta maravillosa marcha procesional, la que define por encima de todo a la Semana Santa de Sevilla, la que es considerada por todo el mundo como el himno oficioso de la Semana Santa. En la partitura tiene la dedicatoria”A la Pontificia y Real Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes y María Santísima de la Amargura”. 

La biografía de Manuel Fonty de Anta se extingue abrupta y dramáticamente en Madrid el 20 de noviembre de 1936, el mismo día que fusilaron a José Antonio Primo de Ribera en Alicante. El mismo día que, herido por una bala de procedencia aún desconocida, murió en el frente madrileñoel líder anarquista Buenaventura Durruti.  El asesinato de Font de Anta fue una de las muertes más gratuitas, alevosas y miserables ocurridas en la guerra civil y merece la pena que quede constancia en esta otra Memoria histórica. 

Según contó su familia muchos años más tarde, unos pistoleros “brigadistas”fueron a su domicilio a  detener a  su hijo, que se había significado mucho como militante falangista. Detenidos ambos, padre e hijo, los llevaban en una camioneta, seguramente a fusilarlos. El hijo, en un momento dado, pudo escaparse por el camino. Frustrados por habérsele escapado ese prisionero, los pistoleros fusilaron inmediatamente al padre, a la altura del actual estadio Santiago Bernabéu. Así murió, vilmente asesinado, el autor del himno por excelencia de la Semana Santa sevillana. 

Y al hilo de Font de Anta es interesante y llamativa esta otra relación de un personaje famoso con su música: Se cuenta que siendo ateo confeso, a Durruti, le gustaba la música de la Semana Santa y tenía predilección por la marcha Amarguras. Tan conocida era su predilección musical, se dice que cuando su cadáver recibía sepultura, un grupo de músicos interpretaba precisamente su marcha favorita, Amarguras. 

Al acabar la Guerra Civil, José Font de Anta viajó a Madrid para averiguar dónde yacía su hermano Manuel. Localizada la tumba, sus restos fueron trasladados a Sevilla donde recibieron definitiva sepultura en el Cementerio de San Fernando.

IONE

Durante el último tercio siglo XIX se empezaron a realizar adaptaciones de composiciones clásicas como marchas procesionales. Así se hizo con la “Marcha fúnebre” de Chopin o las óperas Ione,de Enrico Petrella oMargot, escrita por Joaquín Turina y estrenada el 25 de agosto de 1914El 26 de enero de 1858 la ópera Jone fue representada por primera vez en el Teatro alla Scala de Milán, un drama lírico en cuatro actos con libreto en italiano de Giovanni Peruzzini y música de Enrico Petrella (1813 – 1877) basado en la conocida novela Los últimos días de Pompeya, de Edward Bulwer-Lytton. Su puesta en escena cosechó un rotundo éxito tanto en Italia como en gran parte de Europa. Sin embargo, Ione no obtuvo esa exitosa recepción en España, siendo escasamente representada, aunque a pesar de supoca popularidad hubo fragmentos que tuvieron gran recepción y repercusión. Es el caso de su “Marcha fúnebre” perteneciente al IV Acto, que es el que ha quedado popularizado gracias a su interpretación por parte de las bandas de música en nuestra Semana Santa.

José Luis Asencio, en la web “Foro Cofrade” aclara que aunque siempre se ha adjudicado a Manuel Font Fernández de la Herranz en 1899 la primera adaptación de este fragmento de la opera Ione, lo cierto es que 32 años antes de esa fecha, en 1867, aparece una primera adaptación, concretamente en el número 263 de la revista «Eco de Marte», una revista especializada en música para bandas militares. Esta partitura aparecía firmada por el músico militar José Gabaldá Bel, uno de los pioneros de la marcha procesional en España,  a quien también se atribuyó la adaptación, autoría que, finalmente quedó resuelta tras descubrirse en el Boletín Bibliográfico Español de enero de 1868 que se mencionaba al también músico militar Álvaro Milpager Díaz como «traductor» de la obra, siendo la firma de Gabaldá solamente debida a su condición como editor de la revista. De hecho, según Asensio cabe la posibilidad de que Milpager hubiera conocido esta marcha en Italia y hubiera traído a España una transcripción de la misma. Esa es la incógnita. 

Manuel Font Fernández de la Herrán, director de la Banda Municipal de Sevilla entre finales del XIX y principios del XX y padre de Font de Anta, lo que sí haría sería adaptar la marcha a la instrumentación y se podría decir que a la «sensibilidad» sevillana. Y la versión definitiva, según el mismo autor, se debe a una revisión del maestro  Pedro Braña en sus años al frente de la Banda Municipal de Sevilla, al menos según aparece en el libreto del disco «Versión original» editado en 2006 por dicha institución.

La marcha ha sido adaptada al género de Agrupación Musical de manos de Antonio Miguel García Bernáldez para la Estrella de Dos Hermanas.

Virgen del Valle

Una de las marchas procesionales más antiguas, y tal vez de las dos o tres más inspiradas y piadosas, muy lejos de la desagradable fanfarria que actualmente nos sorprende tras muchos de los estremecedores y piadosos misterios de nuestra Semana Santa, es la marcha “Virgen del Valle”.  Como es sabido, su autor es el maestro Vicente Gómez Zarzuela. Pero es menos conocido el trágico origen de esta conmovedora música, del que se hizo eco la prensa nacional publicándose incluso grabados del pintor José Arpa en el Nº XLIII de la revista “La Ilustración Española y Americana”, de 22 de noviembre de 1896 y recogen, con abundantes detalles del pleito que motivó la tragedia, dos publicaciones coetáneas de los hechos, editadas por la Tipografía de la Viuda de Gironés (Sevilla, 1899), hechos igualmente relatados recientemente, entre otros, por Manuel Rodríguez Aguilar y, en el libro “Historia de la marcha Virgen del Valle”, por José Manuel Delgado.  

Esto fue lo ocurrido: En el, por otros motivos, tristemente célebre año de 1898, un grupo de amigos, muy conocidos en la sociedad sevillana, tomaron el vaporcito “Aznalfarache” para ir de caza al coto Doñana. El barco era un pequeño vapor de río de la Sociedad “Camacho y Cía”, que hacía normalmente la carrera de Sevilla a la Puebla del Río, junto a Coria del Río, con escalas en San Juan de Aznalfarache, Gelves y Coria del Río. Era la medianoche del 7 al 8 de noviembre de 1898, noche tranquila  de luna clara. A bordo, veintitrés personas: los diecinueve amigos, el patrón Antonio Martínez Montes, un mecánico, un marinero y un camarero. Tras parar en San Juan de Aznalfarache para cenar, y en Coria del Río donde embarcó otro amigo, continuó su navegación entre música y risas de los viajeros. 

Aproximadamente a las cinco de la madrugada remontaba el Guadalquivir el vapor “Torre del Oro”, buque de gran porte que hacía el servicio mercante entre Sevilla y Marsella. Al mando el capitán José Heredia González. A la altura del Caño de la Mata, el “Torre del Oro” colisionó con el “Aznalfarache” con tal violencia que el pequeño vapor se hundió rápidamente a una profundidad de 22 pies. Solo se salvaron  el patrón y el librero Juan Antonio Fe , muriendo el resto de los pasajeros que iban en sus cabinas: Javier Ruiz de Lecanda, interventor de la sucursal del Banco de España y su amigo Fernando Aguilera, profesor de la clase de modelado y vaciado de la Sociedad Económica; Francisco Pro, dueño de un establecimiento de perfumería y juguetes y sus dos dependientes Manuel Vázquez Marín y Sebastián García Alfonso; Antonio Enrile, capitán de ingenieros retirado; Manuel Alvear, cajero del Banco de España; Enrique Peña, joyero; Jacinto Mora, agente comercial; Alberto Barrau, hijo del ingeniero Leoncio Barrau; José Camacho, comisionista; Ricardo Villegas, pintor y hermano del célebre pintor José Villegas; Baldomero Vidal, comerciante; Baldomero Sánchez de Toro, comerciante; Juan Gonzalo, sombrerero; Enrique Castellanos, hijo de industrial de cerámica y un comisionista de la casa Fe; el maquinista del Aznalfarache conocido por Pepe el maquinista, el marinero José Núñez y el cocinero Joaquín Suero. 

Vicente Gómez Zarzuela, que en la fecha tenía 28 años, consternado por la gran tragedia, se puso inmediatamente manos a la obra y  compuso la marcha “Virgen del Valle” en homenaje de su difunto amigo Alberto Barrau. El extraordinario homenaje musical, dedicado a la Virgen del Valle, trae en sus notas inspiradas el recuerdo del luctuoso hecho y aunque la gran mayoría de los cofrades, y por supuesto la inmensa mayoría del público oyente no informado, no se den cuenta, constituye de hecho una majestuosa oración sonora por este grupo de buenos sevillanos y un llanto imperecedero por su lamentable pérdida. 

Jesus de las penas

Antonio Pantión Pérez (1898 – 1974) fue alumno de Joaquín Turina y más tarde llegaría a ser Catedrático de piano del Conservatorio Superior de Música de Sevilla y maestro de músicos destacados, entre otrosel sevillano  Manuel Castillo Navarro-Aguilera, uno de los más importantes compositores españoles del siglo XX . Pantión tuvo una gran vinculación con la hermandad de las Penas de San Vicente, donde formó parte habitual de su Junta de Gobierno. Desde los primeros años de la reorganización de la Hermandad la enriqueció con composiciones musicales, dedicándole las “Coplas a Jesús de las Penas” para los cultos de su anual quinario (1923).

Su preciosa marcha “Jesús de las Penas”, otro de los hitos musicales de la Semana Santa sevillana, curiosamente tiene un origen que nada tiene que ver con la Semana Santa. El maestro Pantión la compuso para subrayar musicalmente hechos dramáticos de los que se proyectaban en el NO-DO, donde trabajaba en aquella época, un noticiario que en tiempos de Franco servía de complemento obligado antes de cada película a modo de información de España y del extranjero. Pero pronto el maestro se dio cuenta de que, a pesar de su armonía sombría y de tinte dramático, tenía un innegable valor musical que merecía una proyección propia. Y la orquestó como marcha fúnebre, y con ese subtítulo figura su partitura fechada en 1943,  dedicada a su Jesús de las Penas, de la Parroquia de San Vicente. La estrenó la Banda Municipal de Sevilla en la Semana Santa de 1943 dirigida por el maestro Pedro Braña, y desde ese año la marcha se interpreta en la salida de la Virgen de los Dolores, que acompaña a Jesús de las Penas, imagen a la que va dedicada la marcha, pero cuyo paso sale en un respetuoso y sobrecogedor silencio.

Acompañando un dia de 1972 a mi buen amigo, el periodista José María Gómez (q.e.p.d), en la entrevista que le hizo para “El Correo de Andalucía”, tuve la suerte de oír al maestro Pantión confesarnos su emoción cada vez que se interpreta esta marcha suya, tan querida. Y al piano, en presencia de su hermano Diego, nos ofreció aquella tarde una primicia de la última marcha que estaba preparando.  

Una interpretación memorable de esta marcha fue la que, con gran impresión de los presentes,  acompañó al órgano al maestro Pantión en su funeral celebrado en su Parroquia de San Vicente.  

Esta maravillosa marcha tiene una versión orquestal. El maestro Antón García Abril, con quien tuve la suerte de compartir muchos ratos de charla en el Jurado del Concurso Internacional de Clarinete “Ciudad de Dos Hermanas”, me manifestó su profunda admiración por esta marcha procesional, a la que puso orquestación en 1992 para la película de Manuel Gutiérrez Aragón, ‘Semana Santa’, en la que el compositor dirigió su interpretación por la  Orquesta “London Philarmonic”. Fue también orquestada para banda por el músico valenciano Vicente Más, por entonces director de la Banda Soria 9. 

Pero estas devotas marchas ya no son muy oídas, por desgracia. Se las considera tristes. Ahora se quieren novedades, se prefiereoír otras músicas más aparatosas, más alegres y, desde luego, mas estridentes si cabe. ¡O témpora, o mores!

FUENTE: CRONISTA P.S.N

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