MEDIO SIGLO COMO CRONISTA OFICIAL DE CUDILLERO (1974-2024)

HOMENAJE AL CRONISTA OFICIAL DE CUDILLERO (ASTURIAS) JUAN LUIS ÁLVAREZ DEL BUSTO

Sr. Alcalde de Cudillero, señoras y señores:

El 17 de febrero pasado tuvo lugar la inauguración de este nuevo centro cultural de Cudillero, esta hermosa “Casa de las Tres Culturas”. En esa fecha, se celebró aquí mismo un merecido homenaje a nuestro protagonista de hoy, Juan Luis Álvarez del Busto, con motivo de la celebración de su 50 cumpleaños como Cronista Oficial del Concejo. Lo que nos convoca hoy en esta mañana de verano es la presentación de un nuevo libro suyo: “Lo escrito, escrito está. Medio siglo de Cronista Oficial (1974-2024)”.

Como estamos entre amigos y en Cudillero, me van a permitir que no diga nada de este señor “impresentable” que se sienta aquí al lado, “impresentable”, claro está, según la definición de Tico Medina, esto es, que no necesita presentación. ¿Qué podría yo decirles de Juan Luis que Uds. no sepan? Por eso, parafraseando a Francisco Umbral, como “yo he venido aquí a hablar de su libro”, van a permitirme que pase a hacerlo directamente.

Desde el punto de vista del libro como objeto, es evidente que no podría haber quedado mejor editado. En la portada, un cuadro del pintor Manuel García Linares, evoca, con viveza expresiva, el contenido del libro: sobre un Cudillero esbozado por unas manchas de color, una pluma y unas líneas escritas. La maquetación y tipografía del texto hacen muy cómoda la lectura y se acompañan los textos con fotografías alusivas a su contenido, muy interesantes, algunas antiguas y posiblemente poco conocidas, pertenecientes en buena medida a la valiosa colección de Juan Luis.

Y si entramos ya en el contenido, ¿qué podemos decir de su título?

Lo escrito, escrito está” son las palabras que, tradicionalmente, se ponen en boca de Poncio Pilatos cuando quiso reafirmarse en lo que había mandado escribir para definir a Jesús el Nazareno como rey de los judíos. Según nos cuenta San Juan en la Biblia Vulgata latina, lo que dijo literalmente Pilatos era todavía más personal y encaja mejor, si cabe, con el asunto del libro que hoy nos convoca: “Quod scripsi, scripsi”, es decir, “Lo que escribí, lo escribí”. El título de este libro se convierte, desde el principio, desde su misma portada, en una abierta declaración de intenciones: pone de manifiesto la profunda implicación del autor en lo que está ya escrito y publicado, diríamos que se responsabiliza plenamente de lo ya escrito, que no tiene vuelta atrás.

A diferencia de lo que se expresa o se comunica oralmente, de viva voz, que fluye en el aire y con el aire desaparece, lo escrito, en cambio, perdura, se mantiene. Ya lo decían muy bien los romanos: “Verba uolant, scripta manent”, esto es, “las palabras vuelan, los escritos permanecen”.

Juan Luis fue cronista oficial con 22 años, el más joven de España, y lleva siéndolo 50, como decíamos, desde 1974, lo que lo convierte en el decano de los cronistas oficiales. Ustedes lo saben bien, pero es algo tan meritorio, tan extraordinario, que merece ser repetido las veces que haga falta.

Dice el propio Juan Luis en el libro: “¿Qué significa ser Cronista Oficial? Pues ser “investigador del pasado y testigo del presente”. Nada más y nada menos… No es el correveidile de la Corporación Municipal de turno… dejamos al margen por completo ideologías, limitándonos a informar de la historia, costumbres, tradiciones, folclore, etc. del municipio, con objetividad, de forma veraz, jamás con el ánimo de sentar cátedra con nuestras opiniones.”

Pues justamente esta ha sido la labor de nuestro autor a lo largo de los pasados años, ni más ni menos. Escuché hace unos días en una conferencia que los archivos, las bibliotecas y los museos ayudan a preservar el patrimonio de los pueblos y, con él, su memoria, el recuerdo de las gentes y sus actos. Creo que la labor de los cronistas oficiales es también fundamental para la preservación de esa memoria, así ha venido siendo a lo largo de la historia, así era ya en los tiempos de la antigua República romana, cuando los entonces llamados “analistas” dejaban constancia escrita de lo acontecido año a año.

En el último medio siglo Juan Luis ha escrito mucho, muchísimo. De sus crónicas, entrevistas, pregones, necrológicas, homenajes y amuravelas que podríamos llamar “personalizadas” ha hecho una amplia selección y ha reunido en este libro 68 textos de carácter diverso, precedidos por un artículo publicado en 1970, antes de su nombramiento, con la historia de “La Amuravela”, a la que define como la más pura y típica tradición “pixueta”, acompañada de una entrevista a su autora, la abuela de Juan Luis, doña Elvira Bravo, que le inculcó su profundo amor a Cudillero, y de la que tanto aprendió.

Una parte muy importante de los textos tienen como protagonista a Cudillero, tanto la villa como el concejo y en ellos han ido apareciendo todo tipo de noticias relativas a la evolución del puerto, a la pesca y sus problemas, al patrimonio cultural y artístico, a las tradiciones, a la toponimia, a sus gentes, muchas veces con sus nombres, apellidos y apodos… Especialmente sentidas y llenas de humanidad son las necrológicas de amigos tanto cudillerenses como foráneos, como las de los sacerdotes D. José Barcia Rubio, su sobrino D. José Pérez Barcia y don Aquilino, o las de Viriato, del fotógrafo Velez, de Ávila, de Tico Medina, de Balbín y de tantos otros. También recoge entrevistas a “Totó”, su padre, al armador Constantino Pérez Carbajal, a Javier Rovés… Elabora semblanzas y biografías de personajes interesantísimos, como D. Sergio Fernández-Ahuja, D. César Álvarez Riesgo, Antonio Suárez Gutiérrez… No podría dejar de tener una presencia relevante La Amuravela, y la tiene, tanto la –diríamos- oficial, como las amuravelas que antes llamaba yo “personalizadas”, esto es, las redactadas, siempre en estado de gracia, para homenajear a amigos o a compañeros de trabajo, por ejemplo las dedicadas pa Ernestu, pa Justo y Seda, pa Puri… Puedo darles un consejo: si pasan por un momento bajo y se encuentran un poco deprimidos, no duden en recurrir a la lectura de alguna de estas amuravelas, seguro que a los dos minutos se están riendo a carcajadas.

Juan Luis ha estado siempre muy pendiente de la actualidad del Concejo, dando noticia de ella y, muchas veces, implicándose personalmente y posicionándose en alguna dirección, como ocurrió cuando en abril de 1974 se pretendió establecer una central nuclear en la Concha de Artedo; en aquel momento consiguió capitanear la protesta en los medios informativos y recabó innumerables firmas contra la central. Afortunadamente, “el intento de la central nuclear” como él mismo dice en el libro “pasó a mejor vida, porque, entre otras razones, la unión del pueblo fue fundamental”.

Las recopilaciones de trabajos como la que hoy presentamos tienen un enorme interés y son muy de agradecer, al reunir en un solo volumen contribuciones producidas con motivos diversos y, aunque la mayoría ya hayan sido publicadas anteriormente, su dispersión editorial en libros, prensa diaria o revistas, las hace de difícil consulta.

La información contenida en este libro será una fuente imprescindible de conocimiento para quien se acerque a la historia, la geografía, el arte, las tradiciones, el paisaje y el paisanaje de Cudillero. Cada uno encontrará en el libro asuntos de especial interés. A mí me han emocionado especialmente las cuestiones relativas a Muros, como el magnífico pregón pronunciado con motivo de la presentación de las XVII Jornadas Gastronómicas del Pixín, o la “Amuravela para Marisol y Eloy en sus Bodas de Oro”, pues los conocí y traté desde niño, o lo relativo a los villancicos de Cudillero y, particularmente al titulado “El roubil”, que el coro de la Escuela de Música de Muros canta en todos sus conciertos de Navidad y tanto me gusta. Y junto a estas, otras muchas cuestiones que sería largo enumerar. Muchos de Uds., en cuanto empiecen a leer el libro, comprobarán que han compartido en primera persona bastantes de las fiestas, homenajes, viajes, etc. que aquí se recogen y estarán encantados de recordarlos.

El libro se convierte, colateralmente, en una biografía de su autor y de sus seres más queridos. En el capítulo inicial, titulado “A modo de introducción”, explícitamente nos hace un breve recorrido por su experiencia vital para que el lector entienda mejor cómo llegó a convertirse en cronista y lo poco que le faltó para instalarse en Madrid y dedicarse al teatro. Ahí menciona a su mujer, Toñi, que es de Cudillero, pero también es un poco de Muros, a sus hijos Ana, Miguel y María, y a su nieto Pablo, a los que dedica el libro. Y a lo largo de la obra van apareciendo, siempre recordados con cariño, sus padres Totó y Conchita, sus abuelos Elvira y Ángel, Concepción y Vicente, y su bisabuelo Agustín Bravo, “Roque”. Personalmente, como cronista de Muros de Nalón, me ha interesado mucho conocer nuevos datos sobre este personaje tan notable, vinculado por lazos de amistad con otros ilustres personajes murenses de finales del XIX y principios del XX.

La lectura del libro se hace muy fácil y amena por la variedad de los temas que trata. Cada uno de los capítulos tiene una extensión breve, y eso permite una lectura discontinua, a sorbos pequeños, pero siempre sabrosos.

Algo que me parece muy loable en el libro es que su autor sabe encontrar siempre el tono adecuado al carácter de cada tipo de texto y así, según sean estos, abunda más la seriedad del rigor histórico, o la gracia, la simpatía o un profundo sentido del humor en los escritos más distendidos o amistosos. Dice Juan Luis en el libro que escribe “de manera sencilla y de corazón, pues de otra forma no sabría hacerlo” y comparto con él que es la mejor manera de hacerlo; pero también dice, un poco antes, que no pasa de “ser un simple “plumilla””, y ahí no puedo estar más en desacuerdo, porque es un magnífico escritor y un modelo a seguir por todos los que con orgullo ostentamos el cargo de cronista oficial de nuestros concejos.

Hace unas semanas, cuando recibí la llamada de Juan Luis para proponerme intervenir en este acto, aunque me sentí enormemente halagado y agradecido, dudé si hacerlo porque me abrumaba un poco la tarea. Para convencerme, él me dijo: “Tú solo tienes que leer el libro y hablar sobre él”. Les confieso que he leído el libro con el mayor interés y el mayor placer, que ha sacado 20 páginas de anotaciones sobre las cuestiones que me parecieron más relevantes y que las he resumido en estas 4. Y ahora he intentado hablar sobre el libro, no sé si con mayor o menor fortuna. Solo me queda animarlos a que lo lean también y lo disfruten tanto como yo lo he hecho y, después, si quieren, que le pongan una nota. Por mi parte, yo no dudo en ponerle matrícula de honor.

Muchas gracias.

FUENTE: EL CRONISTA

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