LA IGLESIA DE SAN LORENZO MÁRTIR, LA REFORMA DEL SACERDOTE DON JOSÉ GÓMEZ GÓMEZ EN CONQUISTA DE LA SIERRA, (CÁCERES

POR ÁNGEL CADENAS HOLGUÍN, CRONISTA DE CONQUISTA DE LA SIERRA (CÁCERES).

Dedico este artículo a las personas que me acompañaron en la celebración del Día de  los Mayores en vísperas de las fiestas patronales de 2024, a los que padecen la  enfermedad, y a los seres queridos ya ausentes.

Estamos congregados sobre este templo, escenario y testigo de tantos acontecimientos  trascendentales de nuestra vida. Este es un lugar sagrado, porque lo sagrado es aquello  que se ha ido pero que aún perdura entre nosotros, como así lo creemos con el cuerpo de  Cristo custodiado en el sagrario. 

El templo está cimentado sobre una robusta plataforma empedrada de una sola nave. Se trata de una obra arquitectónica de la segunda mitad del siglo XV, y que ha recibido  numerosos complementos a lo largo de los siglos. Mantiene sus magníficos muros de  mampostería, sillares en contrafuertes, esquinas y partes nobles, ventanales y pórticos.  Presenta el mismo estilo arquitectónico que se da en la señorial Casa de la Marquesa de  la Conquista, en la plazoleta del pueblo. Son coetáneas en el tiempo y ambas  construcciones y están en relación con la familia benefactora los Pizarro y Orellana.  Presenta dos pórticos, el principal, situada en el lateral, frente a la plaza del Llano, que  se abre con arco de medio punto adornado con pometeados e impostas acanaladas, al igual que el situado, en la puerta de poniente, junto a la torre, que fechan la obra a finales del  siglo XV, en pleno estilo Gótico, anterior al movimiento renacentista.

En esta iglesia parroquial, en su presbiterio co-presidiendo, está la imagen de San  Lorenzo, del taller de Olot. La lámpara de la bóveda de la nave central está ornamentada con los símbolos de la parrilla y la palma del martirio, y hubo otras lámparas que  adornaban y alumbraron en las columnas, con la misma simbología y nos anuncia que  está consagra la iglesia a San Lorenzo Mártir. Junto a la sede del sacerdote, una lámpara  colgante de culto, siempre encendida, decorada con la flor de Lis, que simboliza el árbol  de la vida y la gracia del dios que ilumina.  

No olvidemos que esta iglesia conserva obras de gran calidad artística, como la talla  de madera policromada de la virgen con el niño que asienta sobre un pedestal, que fue  trasladado de las originales que coronaban el campanario, que son esos adornos donde  anidan las cigüeñas. La imagen vino procedente de la ermita nuestra señora de Portera,  obra de 1613 del escultor alcantarino Sebastián de Paz, adquirida y comprada por Don José, a quien tendré el honor de mencionar en varias ocasiones por ser su gran benefactor. Se encargó de su restauración en el taller de la Real Academia de Bellas Artes de San  Fernando, en Madrid, y que, por orden de prelación, en el presbítero, preside el conjunto  de la Iglesia. 

En el baptisterio, la pila bautismal, año de 1579, fuente y obra de arte, y el cuadro El  bautismo de Jesús, copia del original que está en el extremeño monasterio de Guadalupe,  atribuido a Juan de Flandes, s. XV, pintor renacentista de la cámara de la Reina Isabel.  Otros la atribuyen al pintor flamenco David Gerard. Y sin olvidar, el púlpito sostenido  sobre un fuste cilíndrico, uno de los mejores ejemplos conservados de púlpito, del primer  decenio del siglo XVI, de nuestra diócesis de Plasencia, lleva esculpido, en bajo relieve, el búho o lechuza de la sabiduría.

Volviendo a Don José, una de sus grandes aportaciones es el precioso altar de piedra, esculpido en los berrocales de Trujillo, con sus aplicaciones, los arcos, copiados del  majestuoso púlpito, obra de canteros de las Huertas de Trujillo y piedra de granito noble  elegida por él mismo. Así cómo la lápida funeraria de María Aguilar Pizarro, hija de  Gonzalo Pizarro, hermana del Conquistador del Perú, o mejor dicho, del Imperio del  Tahuantinsuyo. La lápida fue trasladada de su hic hacet, aquí yace, sito bajo el lugar donde  el sacerdote imparte con el cáliz el pan eucarístico que vamos a celebrar a continuación.  Gonzalo, el padre de Francisco, muere en el asedio francés de Navarra en 1522, aquí  recibe su primera sepultura. Hernando, con alta solemnidad, lo trasladó a Trujillo.

Muchos de los aquí asistentes fuisteis testigos de la reforma que acometió el sacerdote  don José Gómez, que Dios le tenga en gloria. Él, en el congreso eucarístico de Múnich  de 1960, descubre la nueva forma de hacer liturgia del recién celebrado Concilio Vaticano  II. Lo aplica con muy buen criterio a nuestra parroquia, creando una de las mejores  restauraciones en aquella época con austeridad y sobriedad, arquitectura germana, y es el  pionero en la diócesis. Su reforma: desencalar las paredes de la cal a golpe de punzón y  dejando sus muros a piedra vista, abre la nave auxiliar derecha, recupera piedras perdidas  del palacio, de la presa del marqués, en las pilas, y de una improvisada cantera de la  dehesa boyal, y las incorpora a la edificación, y abre las pequeñas ventanas cuadradas, estilizándola, alumbrando luz. Y en el exterior, las ventanas, con hermosa rejería artística, 

con cruces, estas rejas acabadas en tres puntas de fuego, ya enfriado, encarnando las  llamas del martirio de San Lorenzo. En esta ardua tarea participa todo el vecindario,  contribuyendo, que bastante ya teníais con poder ir tirando. Por mencionar, tenemos a  Gregorio Broncano, cantero, o a Epifanio Martín, albañil, y su hijo Epifanio que, junto  con Francisco Ávila construyeron la pirámide en la torre del campanario, cubriéndola con  pizarra procedente de los suelos de la Iglesia, y en la cúspide la veleta original con su  buey, a donde mire sopla el viento, y el reloj montado por un catalán, redoblado todas las  horas y tocando las media con las campanas. También se abren los pontífices arcos  escarzanos de las naves auxiliares, apoyados sobre capiteles pometeados, armonizándolo  entre, ladrillos y piedras. Él adquiere también la talla del Cristo crucificado, escaneada  idéntico al original, que se encuentra en una iglesia de nuestra provincia de Cáceres, que  preside en la nave transepto, y en nave de la sacristía una donación del pintor autor  Francisco Masa y de su esposa Epifanía, en gran formato, Jesús Resucitado. 

Y a finales de los años 70 del pasado siglo, siendo alcalde Matías, se procede sobre la  nave central a la elevación del cuerpo del tejado, con acierto, ganando altura y esbeltez.  Y en su interior, en el coro de madera hay un viejo armonio siglo XIX. En el testero hubo  un retablo. Las inmediaciones de la iglesia servían de cementerio, tanto la plaza del Llano como  el parque infantil José María Corrales Sosa. Decir que este santo terreno pertenece a la  iglesia, tenemos un fuerte acervo cultural… 

Conquista es un pueblo de vocaciones: hay que recordar que el pueblo alumbró a dos  sacerdotes que ejercen hoy su sacerdocio, Pedro Ciprián, en la parroquia de San Vicente  Ferrer, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, y Francisco Eustaquio Barrado, Vicario en Plasencia, y a un nieto del pueblo, Rubén Herráiz en la catedral de Getafe, las  hermanas Patrocinia Hoyas e Isabel Mansilla en Trujillo dedicadas a la vida  contemplativa, y a los secularizados Marcelo Castela y Antonio Durán, salesiano. 

No olvidarnos de la junta parroquial, ni de Inés y Antonio, que custodian este templo  cristiano, y que no se nos olvide de que no hay misa los domingos sin la asistencia de  nuestro fiel monaguillo Antonio. En su día despedimos a Juan Antonio, enterramos a Don  José y ahora le deseamos suerte a nuestro querido cura párroco Don Delfín Kimbamba,  en su nueva misión en África y que le recordaremos con su sonrisa afable, de él  aprendimos a relativizar del mundo de las necesidades. Y la Vera nos devuelve lo que un  día le ofrecimos, un sacerdote. Daremos cariñosamente la bienvenida a Marcos,  Conquista es un pueblo acogedor. “Todo es dar en una cosa”: San Lorenzo es nuestro. 

FUENTE:  A.C.H.

 

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