¡ALETRÍA FINA!

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Un colmado típico de la época.

Un colmado típico de la época.

En el colmado del “tío plantas”, ubicado en la calle mayor, de Ulea, tenían casi de todos los productos alimenticios que se podían vender y comprar—en esa época de mitad del siglo XIX; concretamente, en el año 1848.

A la entrada del colmado había un anuncio que decía: ¡vamos, señoras, compren aletría, que la tengo recién fabricada y está tiesa y crujiente. La tengo fina, mediana y gruesa¡. Las uleanas, un tanto desenfadadas, tiraban de la lengua al “tío plantas”; conocedoras de lo picarón que era y, con una sonrisa confidente se hacían cómplices de la broma.

El cosario que traía la mercancía de la fábrica de D. Pedro García, de Murcia, cuando veía y escuchaba el buen humor que reinaba en el colmado del tío plantas, le echaba un pienso a las caballerías y se sentaba un rato para ser testigo del buen talante que reinaba entre el vendedor y su clientela. Tras tomarse una copa de anís, con una sonrisa, reanudaba su trabajo para atender los pedidos de los colmados de otros pueblos.

Un buen día, se presentó en el establecimiento D. Joaquín López Yepes, cura párroco de Ulea, censurando a Pepe “el tío plantas” la forma de promocionar las bondades de la aletría, ya que se prestaba a interpretaciones deshonestas y, así se lo habían hecho saber algunas feligresas.

A la vista de que no había quitado el anuncio de la aletría, de la entrada al colmado, otro día acudió acompañado del señor alcalde de Ulea, D. Joaquín Miñano Pay, para intentar que prohibiera tal propaganda. Al verles llegar, el tío plantas, salió del mostrador y les atendió, con su amabilidad característica, preguntando qué deseaban. En ese momento, el alcalde no pudo disimular una ligera sonrisa y, el señor cura; todo serio, reclamó decencia en el trato con las compradoras. Lo que, en un principio era un esbozo de sonrisa, acabó siendo una sonora carcajada, del señor alcalde. El cura miró al alcalde y le recriminó seriamente. Medió el “tío plantas” y puso paz entre los dos mandamases del pueblo.

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En un instante sacó un papel impreso en el que se hacía constar qué, D. Pedro García, fabricante de harinas, de Murcia, solicita a D. Salvador Vinader, Regidor de Murcia, para que se le conceda licencia con el fin de fabricar aletría. Dicha solicitud había tenido entrada a principios del año 1780; siendo aprobada, por dicho Regidor, el día 25 de enero de 1780.

Al mostrarles dicha documentación, los prebostes del pueblo quedaron sorprendidos y, tras una pausa, el señor cura sugirió que quitara el cartel y que no hiciera chanza, alabando las virtudes de la aletría. El tío plantas le replicó diciendo: ¡es que la empresa la promociona así “está dura y la tengo fina, mediana y gruesa”!

Los tres, al unísono, esbozaron una sonrisa confidente; despidiéndose con la cordialidad de siempre.

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