CENTENARIO DE JOSÉ ANTONIO CAMPUZANO LÓPEZ

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Jose Antonio Campuzano

Jose Antonio Campuzano

Fue el día 3 de julio del año 1949, cuando conocí a un gran hombre. Sí, digo bien. Ese día, por consejo de Don Mario Spreáfico García, gran amigo de mi abuelo materno, conocí a nuestro ilustre centenario. Tenía 11 años y me disponía a comenzar primer curso de bachillerato. Allí, en Archena, en el Carril, a las puertas del colegio “Padre Andrés Manjón”, nos esperaba a mi madre y a mí, el doctor Spreáfico con el fin de presentarnos al director de dicho colegio, Don José Antonio Campuzano.

jose antonio campuzano

Nada más entrar, me percaté de la presencia de un señor con gafas, enfundado en un guardapolvos, frente a una pizarra verde, desarrollando un ejercicio de matemáticas. Al vernos llegar se apresuró a saludar a Don Mario quién, con toda corrección, le indicó que acabara la explicación, antes de atendernos.

La presentación fue escueta: es el hijo de esta señora, Encarna Espinosa, hija de mi mejor amigo; Francisco Espinosa. A continuación le explicó a qué se debía nuestra visita y, tras decirle que hacía unos días que me había examinado de Ingreso de Bachillerato y que tenía los libros del primer curso que había utilizado su nieto Pepe, me encontraba en condiciones de preparar el primer curso para examinarme en septiembre.

Me miraste, José Antonio, y tras esbozar una ligera sonrisa, quedamos emplazados para comenzar las clases al día siguiente. Antes de despedirnos, mi madre preguntó por el importe de la mensualidad y regresamos a Ulea andando; como habíamos venido.

Al volver a casa, mi padre que había acabado su jornada laboral nos inquirió para que le contáramos cuanto había acontecido. Mi madre le relató el comportamiento del anciano Don Mario y les corté la conversación diciendo: es un hombre serio, con gafas y, escribe unas letras y números, en la pizarra, que no se lo que significan; ya os contaré cuanto vaya ocurriendo, papá.

Uno tras otro, cursé todo el bachillerato y saqué la conclusión de que había tenido la suerte de encontrar en el camino a una persona coherente y trabajadora. Sí, un ejemplo a imitar y un espejo en donde todos debíamos mirarnos.

José Antonio, has sido un pozo de sabiduría, de cuyas aguas, todos hemos bebido; en la medida de nuestras cortas entendederas, ya que de tus aulas han salido, para tu satisfacción, grandes profesionales, que han desarrollado sus conocimientos, en lugares cimeros de la sociedad. A todos nos impregnaste con el sello indeleble de tu carácter: de tu forma de concebir la vida.

Tu humildad, humanismo, coherencia y férrea voluntad, han hecho de ti, una persona distinta al común de los mortales, en un mundo de violencia e incomprensión, regido por valores efímeros de poder y riqueza.

José Antonio, cuando te rehabilitaron en el cargo de maestro, te destinaron a la provincia de Alicante y acabaste tu vida profesional en Jijona, aunque, para nosotros, nunca te has jubilado: has seguido siendo un maestro en las aulas y, a la vez, “un maestro de la vida” Has sido coherente y fiel a tus principios. Sí, un espejo limpio en el que todos nos hemos mirado con orgullo.

Ahora, José Antonio, cumples 100 años y tienes la enorme fortuna de que hablemos de tu pasado y podamos compartirlo contigo. No solo eres pasado; tienes un buen presente y seguirás con nosotros proyectando el futuro.

José Antonio, todos cuantos hemos recibido tus enseñanzas te estaremos, siempre, agradecidos. Sí, ‘maestro’, con tu coherencia y saber estar, has sido un referente en nuestra vida. Archena, 27 de octubre de 2013

Sin Comentarios.

Responder

Mensaje