DELINCUENTES

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

El antiguo Alfolí de la Sal de Alicante utilizado como prisión.

El antiguo Alfolí de la Sal de Alicante utilizado como prisión.

La delincuencia es la cualidad de delincuente o la acción de delinquir. El delincuente es quien delinque; es decir, quien comete un quebrantamiento de la ley. La delincuencia, por lo tanto, está vinculada a las personas que violan las leyes y al conjunto de los delitos. Al implicar conductas contrarias al derecho, a la delincuencia le corresponde un castigo según lo estipulado por la ley. Esta pena dependerá del tipo de delito cometido. Utilizado para nombrar al colectivo de delincuentes, el concepto de delincuencia está asociado a un grupo de gente que está fuera del sistema y que debe ser reinsertada en la sociedad.

Es importante establecer que existen diversos tipos de delincuencia. Así nos encontramos con la llamada delincuencia juvenil, la delincuencia organizada, etc. Las variantes en los delitos cometidos son muchos: homicidio, atraco, hurto, violación, soborno, prevaricación, delitos electorales, fraude, especulación y otros muchos. En Torrevieja se han cometido muchos delitos y de algunos de ellos me voy a referir. Ustedes juzguen.

En el año 1853 se cometió un asesinato con arma de fuego en la persona de un desgraciado que acababa de llegar de Orán, sin duda para robarle. En la noche del 23 de agosto de 1856, al salir del teatro, fue muerto de un trabucazo el teniente de carabineros llamado José Amador. El agresor no fue capturado, aunque si se supo que el motivo del crimen fue la persecución que dicho teniente hacía a los contrabandistas de la villa.

En enero de 1861 la Guardia Civil del puesto de Torrevieja prestó un interesante servicio evitando el asesinato de Antonio Parres, alcalde de Benijófar. Los que trataron de cometer el crimen, seguramente por motivos políticos, fueron presos y puestos a disposición de los tribunales. También era muy frecuente la aprehensión por la Benemérita de algunos prófugos que procedentes de Orán desembarcaban en Torrevieja.

Fue también la Guardia Civil la que descubrió en Torrevieja a una niña de corta edad que estaba horriblemente maltratada. En la noche del 8 de noviembre de 1861 tuvo confidencialmente noticia el cabo jefe del puesto, Bernardo Roldan Franco, de que en una casa había una niña procedente de los establecimientos de beneficencia sobre la que estaban ejerciendo incalificables iniquidades, teniéndola amarrada por espacio de tres días, privada de alimento y sufriendo atroces martirios, con el diabólico objeto de hacerla perecer entre tormentos.

Sin perder un momento y puesto de acuerdo con la autoridad se presentó, acompañado del guardia Pedro Antón Alenda, en la casa indicada, y, no obstante haberse negado allí el hecho, diciéndole a los guardias que la niña que allí habitaba se había ido a Orihuela hacía mucho tiempo, procedió la Guardia Civil a practicar un reconocimiento; encontrando en una estrecha y lóbrega habitación de la casa a la pobre niña fuertemente atada, y en la situación que vamos a referir transcribiendo las mismas palabras del parte oficial dado a la autoridad superior civil de la provincia, por el jefe del benemérito cuerpo:

«Andrajosamente vestida. Palidez general, gran demacración y piel sucia. Pulso débil y bastante frecuente. Estado febril, sensación de dolor en el epigastrio, sed y apetito. Un cerco lívido alrededor de los ojos. Una costra sanguinolenta sobre el párpado derecho. Una rasgadura como de una pulgada en la oreja izquierda. La cara cubierta de sangre. Una inflamación en estado de supuración en la mano izquierda. Una costra húmeda de una pulgada de extensión en cada uno de los codos. Una igual en la espalda, con infinitos cardenales y cicatrices recientes. Cicatrices del tamaño de medio duro en las caderas, espinazo y lados del tronco, y por último, costras húmedas en piernas y pies».

Como veis en tan horrible relato, la pobre niña sufrió un martirio completo. El celoso y noble cabo trasladó a su misma cama a la inocente criatura, que representaba tener unos siete años de edad, y a fuerza de cordiales, alimentos y cariñosos cuidados, consiguió reanimarla, con increíble satisfacción de todo el vecindario que, profundamente afectado, acudió en tropel a contemplar y consolar a la inocente víctima de tan incalificable barbarie. Teresa Cánovas Andreu, a cuyo cargo estaba la niña, y Presentación María Cánovas, fueron conducidas a prisión y puestas a disposición del juez.

La Revolución o La Gloriosa, también conocida por ‘La Septembrina’, fue un levantamiento revolucionario español que tuvo lugar en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento de la reina Isabel II y el inicio del período denominado Sexenio Democrático.

A partir del 18 de septiembre de 1868 se produjo un vacío de poder y falta de autoridad, en un ambiente revolucionario que propició actos delictivos, como la sustracción de sal de las Salinas. Desde el 26 de septiembre las salinas soportaron un escandaloso ataque en las inmediaciones de las lagunas, extrayéndose gran cantidad de sales por gente en pelotones procedente de pueblos limítrofes. Fueron muchos los asaltadores hechos presos, redactándose un listado con sus nombres y sus armas, que no hacemos público por ser demasiado extensa. Entre los detenidos se encontraban gentes de Benejúzar, Callosa de Segura, Redován, Bigastro, Espinardo, Alquerías, Granja de Rocamora, Almoradí, Albatera y Cox; en total 37 presos. Se les confiscaron pistolas y navajas, y se le retuvieron caballerías mayores y menores, carros, arreos, sacos, mantas, costales, y también como todo el dinero que llevaban.

En la madrugada del 31 de julio de 1869, las salinas volvieron a ser asaltadas por un grupo de hombres armados, que los guardias del resguardo dispersaron, ocasionándoles un muerto dentro de la laguna. A las cinco de la mañana estuvieron restablecidos el orden y el servicio. El ataque se consideró como un simple acto de merodeo sin importancia política. Eran otros tiempos. Al día de hoy, con la reforma del Código Penal se introducen disposiciones penales que podrían convertir en acto criminal la simple participación en una protesta.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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