POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Las grandes epidemias de cólera y tuberculosis constituían un problema permanente, tanto para los médicos como para la sociedad uleana, durante todo el siglo XIX.
Siendo alcalde de Ulea (Murcia) Joaquín Miñano Pay entre 1850 y 1887, y curas párrocos José Ruíz López, Manuel Jouvé Viñas, Jesualdo María Miñano López y. Joaquín Lax Marías; se desencadenó una fuerte epidemia de cólera y, posteriormente, de tuberculosis. Víctima de dichas enfermedades fallecieron el cura párroco de San Bartolomé, de Ulea, Joaquín Lax; así como el médico titular del pueblo. La población uleana quedó sensiblemente mermada.
La magnitud de la tragedia era tal, que el Corregidor Provincial, envió un protocolo de cumplimiento inmediato, al Ayuntamiento de Ulea, en el que se indicaba qué, una vez se certificara el fallecimiento de un ciudadano uleano, se procediera a quemar sus ropas y pertenencias personales -entre ellas las bibliotecas o estanterías de libros- .Dado lo estricto del protocolo, fueron pasto de las llamas las librerías del médico y la del cura, fallecidos de repente durante los primeros días de la epidemia.
Joaquín Miñano, el alcalde, lo hizo saber a los familiares, exigiendo la quema de las ropas, enseres y libros personales- de forma inmediata- tan pronto hubiera ocurrido el fatal desenlace, según orden del Corregidor Provincial con tal de minimizar la propagación de las epidemias de cólera y tuberculosis.
Según los textos consultados, el nivel cultural de los uleanos era muy bajo y, muy pocos -incluidos políticos y miembros de la sociedad- sabían leer y escribir; por lo que la existencia de alguna biblioteca particular era escasa o nula.
Debido a que solamente había dos, la del médico y el cura, y ambos fallecieron de forma fulminante, al tener que hacer cumplir el protocolo Joaquín Miñano Pay, se quemaron todos los ejemplares de dichas bibliotecas y, los uleanos que sobrevivieron, quedaron sin tener acceso a dichas fuentes de información.
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