EL MATADOR DE TOROS SEBASTIÁN PALOMO LINARES CONMEMORA DURANTE TODO ESTE AÑO UNA EFEMÉRIDE MUY ESPECIAL. EL 19 DE MAYO SE CUMPLIERON 50 AÑOS DESDE QUE TOMÓ SU ALTERNATIVA COMO TORERO. FUE EN LA PLAZA DE VALLADOLID

PARAFRASEANDO A GUILLERMO SENA, CRONISTA OFICIAL DE LA CAROLINA (JAÉN), QUIEN RECIENTEMENTE PRESENTÓ SU LIBRO SOBRE LAS BODAS DE ORO DE TAN SEÑALADA EFEMÉRIDE TAURINA, “PALOMO LINARES” SE LICENCIÓ COMO MATADOR DE TOROS UN 19 DE MAYO DE 1966

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Justo de equipaje, con 21 pesetas en el bolsillo y una enorme ilusión y valentía. Así fue como un joven linarense de apenas 17 años y aspirante a torero, Sebastián Palomo Martínez, iniciaba un duro y largo camino que le llevaría desde su pueblo natal hasta tierras madrileñas. De origen más bien humilde, fue hijo de minero y aprendiz de zapatero, además de un profundo enamorado de la tauromaquia desde bien pequeño. Y es que solamente contaba ocho años cuando ya acudía, a escondidas, a sus primeras capeas y tentaderos.

Él siempre lo tuvo muy claro, su sueño era ser torero, y aquel maletilla avispado, bautizado como “El Rata” por su intensa vivacidad, no dudó ni un solo momento en que tenía que llegarle su oportunidad. Y su primera gran cita fue en el barrio de Carabanchel, concretamente en la Plaza de Vista Alegre, lugar donde actuó vestido de luces para participar, en 1964, en una de las llamadas corridas de la oportunidad.

Su debut con picadores se produjo en Ondara, el 3 de enero de 1965, donde cortó cuatro orejas y un rabo en un encierro de Núñez Guerra, alternando junto a Gregorio Tébar, “El Inclusero” y Vicente Punzón. Poco a poco, la figura de “Palomo Linares” se iba moldeando al igual que una vasija toma forma sobre el torno y las manos de un alfarero. Ese año cerró una muy buena temporada, con un total de ochenta novilladas y 192 orejas en su haber. Cada vez estaba más cerca la llegada de su ansiada y anhelada alternativa.

Parafraseando al escritor Guillermo Sena, cronista oficial de La Carolina, quien recientemente presentó su libro sobre las bodas de oro de tan señalada efeméride taurina, “Palomo Linares” se licenció como matador de toros un 19 de mayo de 1966. Y lo hizo en la Plaza de Valladolid, donde contó con Jaime Ostos en calidad de padrino y con Juan García, “Mondeño”, como testigo. Ese día el linarense ofreció su mejor cara frente a los morlacos de la ganadería de Salustiano Galache y a “Feíllo”, un toro negro con el número 9, de 448 kilos de peso, el diestro le cortó las dos orejas, la misma cuantía de trofeos que obtuvo con su segundo de la tarde.

Una gran tarde, sin duda alguna, que permanecerá para siempre en la memoria de “Palomo”, al igual que otras tantas tardes con las que consiguió que su nombre y el de su tierra encumbraran las más altas cimas del ámbito taurino nacional. El año de su alternativa toreó hasta en cuarenta y nueve corridas, llegando a emprender, incluso, su primera campaña americana. La confirmación llegaría en 1970, en Las Ventas, con Curro Romero de padrino y Juan José García como testigo. Y, entretanto, el diestro local destacaba en los ruedos por su arrojo y espectacularidad, con un toreo basado en el coraje y en su capacidad de crecerse ante las dificultades.

Pero la jornada “histórica” que marcó la carrera de Palomo Linares llegaría dos años después. El 22 de mayo de 1972, el torero de tierras mineras consiguió una hazaña que fue recogida por todos los medios de comunicación de la época. La Monumental de Las Ventas, templo español del toreo por excelencia, fue testigo de la gran faena con la que Sebastián brindaría al público su mano a mano con “Cigarrón”, toro negro meano, con 566 kilos y perteneciente al hierro de Atanasio Fernández. “Palomo” acabó cortando dos orejas y un rabo, algo que no se producía en el coso madrileño desde el año 1939. Y fue a partir de ese momento cuando el diestro alcanzó plenamente la gloria, repitiendo tal hazaña en la Monumental de México, poco después, cuando se midió con “Tenorio”.

La tauromaquia siempre ha estado muy presente a lo largo de toda su vida, no solo por su faceta como torero, sino también después de su retiro definitivo, ya que desde entonces se dedicó a la cría de reses bravas en su finca de Aranjuez. “Palomo Linares” vivió intensamente por y para el mundo del toro, por eso, como el que siembra, recoge, ahora le llega el turno de ser protagonista de numerosos homenajes y reconocimientos a su trayectoria.

Valladolid, la ciudad castellana donde se ganó con creces el título de matador de toros, le preparó hace un mes un reseñable acontecimiento por mediación de la peña taurina más antigua de la ciudad y de los socios Ángel Moralejo y Juan Ignacio Crespo. El homenaje tuvo lugar en el Hotel Juan de Austria, ubicado en el Paseo de Zorrilla, frente a la plaza de toros vallisoletana. Y también resultó memorable el homenaje institucional que le brindaron en 2015, en la Plaza de Toros de Las Ventas, con motivo del cumplimiento de los 45 años desde que cortara el famoso “rabo de Madrid”.

Pero, sin duda alguna, uno de los más sentidos y emotivos reconocimientos, de todos los que ha recibido hasta el momento, llegó, precisamente, desde el colectivo taurino de su tierra natal. El pasado 24 de septiembre, la Hacienda Mesón El Campero acogió un acto multitudinario en el que Sebastián Palomo estuvo arropado por familiares, amigos y aficionados a la fiesta. Las peñas taurinas locales (Paco Moreno, Tercio de Varas, Enrique Ponce, el Club José Fuentes y el Círculo Curro Díaz), junto con la Federación de Jaén y el Ayuntamiento de Linares, brindaron su “mejor faena” a un referente linarense que supuso un antes y un después.

“Estoy muy contento y feliz de haber llegado a los cincuenta años de la alternativa y de poder vivir un día como hoy, en el que recibo un reconocimiento de todas las entidades taurinas de mi pueblo. Me han dado varios homenajes en España, América y Francia, pero la ilusión más importante es estar aquí y volver después de más de cincuenta años desde que salí buscando el sueño de ser matador de toros”, señaló el diestro local aquel día.

El matador recibió el abrazo, el cariño y la admiración de su pueblo y sus paisanos, así como una serie de galardones que le fueron entregados al comienzo de la cena-homenaje organizada en su honor. Un esfuerzo colectivo que se vio materializado por la estrecha colaboración establecida entre las diferentes partes implicadas. Así, entre los presentes en el acto se encontraban varios compañeros de profesión, como Paco Bautista o los jóvenes Adrián de Torres y Antonio José Lorite. También hubo representación municipal y del ámbito del flamenco local, donde “Palomo Linares” conserva buenas amistades, como los cantaores Enrique Soto, José Heredia, “Joselete”, o Bartolomé de Haro, “Toli”.

“Estamos de enhorabuena por el homenaje, que lo necesitaba por ser imprescindible para alguien que ha llevado el nombre de su ciudad por el mundo entero. Una cita fruto de la unión entre peñas”, indicó Lope Morales, presidente de la Federación Taurina de la provincia de Jaén.

Fuente: http://www.diariojaen.es/

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